miércoles, 13 de abril de 2016

UNA VISIÓN ESOTÉRICA DE LA SANGRE

La sangre es un fluido que a nivel vital, sustenta a la persona y le permite descargar lo que no le sirve, y a nivel espiritual, le permite conectar con la respiración; el puente de unión de la personalidad y la consciencia. Al espirar, fluimos hacia adentro para conectar con nuestro interior y al inspirar, volvemos a las relaciones del mundo exterior, permitiéndonos así, vivir en el mundo interior de las imágenes y el mundo exterior de los seres vivos.

La sangre hace un proceso de combustión para purificarse de los tóxicos respirando y alimentándose. La sangre mantiene el cuerpo a través del oxígeno y los nutrientes y es también la que permite al Ego expresarse. En su recorrido hacia adentro, conecta con el yo interior y con la consciencia cósmica y en su camino hacia fuera, expresa su ser desde su personalidad y su presencia.

La sangre es el elemento de unión de todo en el cuerpo.


En el caldero inferior del cuerpo, la sangre se va formando  a través de los riñones, que abastecen la sangre en la médula de los huesos, el hígado que la almacena, el pulmón que la mueve, el corazón que la hace circular, el miocardio para que los glóbulos rojos y plaquetas estén equilibrados y el bazo para que la distribuya.

El Bazo además, produce los glóbulos blancos de la sangre, le subministra hierro, ayuda en los procesos digestivos e influye en el Sistema Nervioso, emanando energía vital procedente del sol, a los nervios y nadis o conductos energéticos del cuerpo.

Cuando una persona se siente enferma, el bazo etérico no puede darle suficiente energía y el cuerpo etérico no consigue nutrir al cuerpo físico.

El Sistema Cardiovascular nos permite recoger las experiencias del mundo exterior, entenderlas, asimilarlas y enriquecernos de ellas, compartiendo con nuestros semejantes nuestro día a día.

Cuando vemos algo en el exterior, lo sentimos, nos suscita un sentimiento, una emoción que llega a nuestro corazón y por ende, a nuestra sangre y a todas las células de nuestro cuerpo. Luego, reaccionamos con la mente o accionamos con el ser, para expresar nuestra vivencia hacia el exterior según las experiencias de cada un@.

Cuando la persona fluye en el presente, expresa y comparte de corazón, pero cuando tiene problemas para compartir lo que ocurre en su interior, los sentimientos e ideas se estancan en su interior y la sangre también se obstruye.

Fluyendo en el presente, la persona vive una determinada situación, le da sentido, lo disfruta, lo hace de corazón y lo honra, de manera que su alma crece y crece hacia la luz de la consciencia.

Gracias a la integridad, amor, bondad, ética y transparencia de nuestro corazón, la sangre fluye y el Sistema Cardiovascular se armoniza.


El corazón responde a las órdenes del cerebro a través de las redes neuronales, pero el corazón envía también órdenes al cerebro a través de su sistema neuronal. Las señales que el corazón envía al cerebro afectan a las facultades cognitivas y emocionales de la persona, influyendo en los procesos de percepción, atención, memoria y resolución de problemas.

Cuando la persona se enreda en pensamientos y sentimientos negativos, se inhiben las facultades cognoscitivas y emocionales. La persona no puede pensar con claridad y acaba tomando decisiones impulsivas y precipitadas, pero cuando la persona fluye en el ahora, recibe cada experiencia vital desde la actitud de aceptación, sintiendo que siempre hay algo que aprender y acepta cada situación como es y no como le gustaría que fuera. Se siente agradecid@ por la experiencia y sus sentimientos positivos envían señales desde el corazón a la cabeza, mejorando y equilibrando las funciones cognoscitivas y emocionales.

El corazón tiene su propia inteligencia y sabe reaccionar antes de que los hechos ocurran, pues funciona desde la intuición.

La sangre representa la alegría de vivir y fluye a través de nuestra energía vital, proporcionándonos la capacidad de sentir amor y expresar los sentimientos.

Si una persona presenta trastornos a nivel sanguíneo, en su interior no ha resuelto satisfactoriamente el contacto interno y la expresión de sus sentimientos y necesidades.

Un corazón sano vive las diferentes experiencias de la vida en aceptación del momento cotidiano y eso le proporciona la alegría y la satisfacción de vivir en la presencia.

La persona que tiene una tendencia a engancharse a ciertos sentimientos negativos, siente en su interior una carencia que le conecta con su insatisfacción vital. Muchas veces, la persona en su visión y sentimiento interno, interpreta la realidad y luego la proyecta sin ser del todo consciente de los procesos de crítica, juicio, comparación… por eso puede dramatizar ciertas situaciones, porque provocan dolor en su interior y la persona se siente injustamente tratada.

La persona tiene sensaciones por medio de las imágenes que se forman en su interior. Nuestro yo interior siente lo que pasa en el exterior a través del Sistema Nervioso Simpático y lo que ocurre en el interior, por medio del Sistema Cerebroespinal. Así, puede crear imágenes del mundo exterior a través de su Cuerpo Emocional.

Primeramente, el Cuerpo Etérico desarrolla el Cuerpo Emocional y el Sistema Simpático se entrelaza al Cerebroespinal. La sangre resulta por tanto, la expresión del Cuerpo Etérico, el Cuerpo Emocional y el Sistema Cerebroespinal.

El Cuerpo Etérico alimenta al Cuerpo Físico y el Cuerpo Emocional funciona a través de imágenes externas que producen ciertas sensaciones internas, que luego expresamos hacia el exterior.


La consciencia reside en la sangre y los códigos cristalinos de nuestra sangre, contienen tanto las memorias de todas las experiencias que hemos vivido, como la información de nuestros antepasados.




En los textos antiguos de la era pre-cristiana, hablan de la raza que vino desde el cielo a la tierra: los Nephilim y que tuvieron relaciones sexuales con los humanos, de ahí la existencia de la raza de los gigantes.

Más allá de la raza a la que pertenecemos, cuando el ser humano completa su ciclo de vida en la tierra, el átomo simiente del corazón, que es el espacio a nivel subatómico donde se almacenan todas las experiencias de nuestra vida, entrega al espíritu todas sus vivencias y experiencias, una vez que muera el cuerpo físico.

Gracias a la sangre, la imaginación puede actuar para crear las imágenes que percibe a través del Sistema Nervioso y el cerebro y el ser humano, expresa en la tierra su propósito de vida.

El corazón es el órgano donde mora el psiquismo. Responde a cualquier emoción o sentimiento y tiene la capacidad de percibir de forma inteligente e informar vía intuitiva al cerebro. Además, es el órgano de percepción que conecta con los campos de energía de otros seres vivos, con la tierra y el cosmos, pues integra el campo electromagnético más potente del cuerpo. Tanto el propio cerebro como otras personas, pueden percibir esas ondas, y de este modo, sintonizar  nuestras ondas cerebrales entre sí. El electromagnetismo del corazón nos facilita la conexión con los campos electromagnéticos de otras personas que sentimos afines. El corazón además, siente las energías de los lugares, las cosas y los seres vivos e informa de manera intuitiva al cerebro.

Probablemente la sangre tenga su origen en el plasma marino, pues tanto el agua marina como la sangre, comparten cierta estructura y cierto equilibrio interior en relación a sus elementos. El agua de mar contiene los 118 elementos naturales de la tabla periódica de Memleleiev. El agua de mar es un plasma parecido a la sangre humana, pero es más salino, tiene más cloruro sódico que nuestra sangre.

El corazón está relacionado con el campo electromagnético de la tierra y del universo, pues cuando emitimos una emoción desde nuestro corazón, nuestro corazón conecta con el corazón del universo y recibimos la respuesta que necesitamos, pero cuando la razón interfiere en la conciencia del corazón, porque empieza a razonar en automático, conecta con el Ego, y la información del corazón, no es tenida en cuenta. Entonces, se produce una incoherencia entre el corazón y la mente.

Conciencia de Unidad

La conciencia se manifiesta en el campo electromagnético del corazón y cuando la consciencia del corazón despierta a través del estado de coherencia interna, tomamos consciencia de que todo forma parte de una unidad, pues el corazón es el que nos conecta a todos los seres humanos y a la gran red de vida. Si nos conectamos desde el corazón a esa gran red, fluimos en la vida y fluimos en la energía coherente de amor, y cuando muchos corazones conectan en la coherencia interna del corazón, el mundo literalmente cambia, pues el corazón energético recibe la consciencia del alma, del espíritu y de la fuente central. El estado de coherencia interna significa que la persona ha integrado y trascendido sus traumas emocionales y sus memorias que le atan a un pasado de sufrimiento, sintoniza con su intuición, la energía de su espíritu y la inteligencia divina, manifestando así su creatividad o su capacidad de crear.

Los pilares del corazón son: la ética, humildad, integridad, simplicidad, atención e intención. Cuando la persona es integra, es transparente, es verdader@ frente a sí mism@ y frente al mundo, y sabe desapegarse y no ser afectad@ por ningún acontecimiento, persona, lugar o circunstancia, pues ha aprendido a no funcionar incitad@ por los impulsos, trascendiendo la personalidad y actuando desde el ser, viviendo sin resistencia, los momentos difíciles y las alegrías que la vida le aporta.


La humildad significa la capacidad de despojarnos tanto del pasado como del futuro, para alinearnos en la vibración del momento presente. Cuando una persona actúa desde el estado de humildad, transparencia y simplicidad, se enciende el fuego del corazón y la persona vive y se siente en paz. En este estado, la mente se aquieta y no hay variaciones emocionales. La persona vive la emoción y la deja fluir. Esta serenidad interior, despierta la visión del corazón, que trasciende el mundo de los deseos, las apariencias, las ilusiones y las proyecciones. Las emociones se sienten y fluyen, porque nos aceptamos tal y como somos, aceptando, comprendiendo y viviendo la vida, tal cual viene.


Lo importante entonces, no es solucionar el problema o la circunstancia vital que se nos presenta, sino la forma en la que vivimos ese acontecimiento.

Si la persona ha desarrollado el observador interno, se da cuenta que todo lo que experimenta en el exterior, no es más que una proyección de lo que existe en su interior.

La consciencia evoluciona a través de la tensión dinámica que genera el movimiento eléctrico, cuando la persona responde desde su interior hasta el exterior y depende de su grado de evolución, la persona conectará en mayor o menor grado, con el grado de consciencia que regenta la tierra: el Rayo de Amor-Sabiduría, que confluye en el Centro Cardiaco y se relaciona con la glándula Timo.

Nuestras glándulas y el Sistema Nervioso muestran nuestro temperamento, nuestras cualidades y el manejo inteligente en nuestras experiencias vitales y el Rayo Amor-Sabiduría, despierta la cualidad de la visión oculta, que constituye la base de nuestra intención y nuestra inspiración.

Olatz Benito del valle
Albergue de salud Itaca
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