miércoles, 27 de abril de 2016

LA ABUNDANCIA

Hay un dicho popular que fue instalado en nuestra mente desde que nacimos, aprendido de generación en generación, que pocas veces es cuestionado. Este es: “La vida es una lucha”. Pero…¿una lucha contra qué o quién? ¿Te lo has preguntado alguna vez?. Hay dos opciones: o luchas contra ti mismo o luchas contra la vida. Si luchas contra ti mismo, significa que no te amas, que no te aceptas, que no te gusta como eres. Quieres ser otro. Si estás luchando contra la vida, estás suponiendo que eres más sabio, que sabes mejor que ella lo que necesitas para ti o lo que necesitan los demás. ¿quién eres tú para cuestionar a la existencia y su sabiduría natural?
 
La vida es como es. No tiene errores. Tú ves errores porque miras desde tus condicionamientos, desde un programa instalado en tu cerebro que has adoptado y usas como si fuera natural. Este programa divide lo que está mal y lo que está bien, lo que tiene que ocurrir o lo que no tiene que ocurrir, de acuerdo a tus creencias adquiridas en tu sistema familiar y social.
Generalmente, en esta sociedad el esfuerzo está visto como algo positivo. Nos han transmitido que hay que trabajar duro para conseguir lo que queremos. ¿Te has dado cuenta de ello?. Si en tu experiencia esto es cierto, es simplemente porque esa creencia sigue dirigiendo tu vida y se convierte en realidad día a día.
Cuando vemos a un millonario en su Porsche viviendo del abundante dinero que le mandan sin moverse de su casa, confortable, y haciendo lo que le plazca todo el día….¿que pensamos?.¿Lo admiramos y queremos aprender de él a vivir así, usando nuestro tiempo libre en lo que nos plazca, en vez de trabajar para sobrevivir?.¿O tendemos a pensar negativamente, imaginando que a alguien tuvo que haberle robado o estafado, criticándolo y llenos de prejuicios?. En cambio, una persona que trabaja 10 horas por día para mantener a su familia y ganarse “el pan de cada día”, suele ser admirado por su esfuerzo. ¿Por qué?. Porque no concebimos una vida abundante y sin esfuerzo. Creemos que esforzarnos es algo positivo, cuando en realidad, es desgastante, provoca problemas de salud, stress, cansancio y finalmente depresión. Esta creencia ni siquiera es cuestionada.
El disfrute y la abundancia han sido censurados. Y si no lo fueron en su totalidad, reina una actitud mezquina que nos dice que no se puede disfrutar y ser feliz todo el día. Algo malo tiene que ocurrir. Tiene que haber una polaridad, sino sería todo demasiado bueno. Tanto no merecemos. Esta mezquindad de base impide efectivamente que nuestra vida sea maravillosa, simple, y abundante. Porque no nos sentimos merecedores de algo tan bello. No lo soportaríamos.
¿Sabes que se hizo un estudio a cientos de personas que ganaron la lotería?. Lo sorprendente es que en más del 80% de los casos y al término de 10 años, volvieron a la posición económica que tenían en un principio. Porque como en su sistema interno reinaba la carencia (no habían sanado sus heridas infantiles), no pudieron soportar la abundancia. Gastaron de más, perdieron todo, o lo invirtieron erróneamente en negocios que fracasaron.
Todo en la naturaleza sucede de manera espontánea. Las flores crecen sin esfuerzo, el sol sale y se pone, las olas rompen en la playa, los delfines nadan sonrientes, la lluvia cae y genera vida. Tú eliges si alinearte con el fluir de la existencia o ponerte en contra de ella. Eliges si quieres ser amigo de la vida o enemigo. Hacerte amigo significa subirte a la ola de la aceptación y confiar en que te llevará a donde te tenga que llevar. Significa permitir que las cosas sean exactamente como tienen que ser y no buscar compulsivamente que sean de otra manera. Es dejar de resistir la sabiduría natural del Universo cada vez que te sucede algo que no deseas, o que no te sucede algo que deseas. Esta actitud es mucho más humilde, además de más inteligente. Tú puedes equivocarte, pero la vida es perfecta, no comete errores.
Para alinearte con la Existencia debes comprender en un nivel muy profundo, que lo único que verdaderamente importa es tu estado interno. Él comanda tu vida y atrae todas las circunstancias y las personas, toda la armonía o la amargura. Es necesario salir del engaño de que “cuando consiga tal y tal cosa voy a ser feliz, voy a estar bien”. Eso nunca va a suceder. Deja de mendigar. Cuando estés bien y en paz, conseguirás aquello que quieres. Simplemente porque allí ya habrás dejado de luchar, estarás alineado con el Cosmos. Y como el Cosmos es puro amor y abundancia, todo vendrá sin esfuerzo.
Este estado lo es todo. Es realmente ver la maravilla y la simpleza de la vida, amarla, agradecerle, y disfrutarla. Es vivir sin expectativas. Cuando no hay expectativas, no hay fracaso. No hay posibilidad de fracasar porque tú no estás necesitando que suceda algo para ser feliz. Ya lo eres, por lo tanto, no dependes del resultado.
¿Crees que Dios se esfuerza en algo? ¿Acaso no somos una chispa de él?. Entonces, ¿de dónde viene esta cultura del esfuerzo? Sólo son condicionamientos sociales que aprendimos y repetimos sin conciencia. Cuando la vida se transforma en una lucha, es simplemente porque estás resistiendo el presente. No aceptas lo que crees que es negativo y buscas desesperadamente escapar de ello. Ahí es cuando sobreviene el sufrimiento. ¿Cómo sería tu vida si aceptaras todo lo que te ocurre sin luchar, confiando en que la Existencia es sabia y siempre generosa contigo?.
Decide alinearte con la vida. Cuestiona tu lista de prioridades. Profundiza en ellas. Porque la Existencia no tiene ego, pero tú sí. Es muy posible que las prioridades en tu vida sean producto del ego, y no de tu Ser. Puedes haber armado todo en base a tu ego. Incluso tus planes para el futuro pueden que también estén diagramados por esta entidad ficticia.
La vida siempre te da lo mejor para ti, aunque no lo comprendas o lo resistas, en cambio tú muchas veces no lo haces. Crees que las cosas tendrían que ser diferentes y luchas contra ellas. No las aceptas como son. Si bien es cierto que a veces es difícil cambiar las circunstancias debido a los condicionamientos que operan dentro nuestro sin nuestro consentimiento, cuando aprendemos a auto generarnos el estado interno que deseamos en vez de depender de las circunstancias externas para llegar a él, todo se torna simple y armonioso.
La actitud correcta es la siguiente: haz lo mejor que esté a tu alcance y luego desentiéndete de los resultados. Día a día dedícate a transmutar tus energías negativas con meditación, visualizaciones, o técnicas que realmente transformen, para que cuando salgas al mundo, tu estado interno haya sido purificado y puedas atraer aquello que necesitas. No esperes resultados. Olvídate de ellos y no te frustres. Tu atención debe estar puesta sólo en dar lo mejor de ti para luego relajarte.
Tu mundo externo es un reflejo de tu estado interno. Esto a veces es duro de aceptar, pero es la realidad. Hay una maduración natural que lleva su tiempo. No puedes pretender que todo lo que deseas suceda ya. Debes aprender a esperar. Si comes una fruta verde, te hará daño. De la misma manera, el Universo te cuida y sólo te va a dar aquello que puedes soportar en tu mundo interno, de acuerdo a cuán maduro estés.
Debes estar preparado para recibir lo que deseas. Esta espera no es una espera pasiva. No es sentarse y pretender que las cosas sucedan solas. Es accionar, pero siempre teniendo presente que hay una inteligencia detrás que sabe perfectamente lo que es mejor para ti y cuándo dártelo. En realidad, esta inteligencia eres tú en tu máxima expresión. Llegará un momento en que esa inteligencia infinita y tú sean uno. Mientras tanto, acciona y deja que esta inteligencia actúe o no actúe. Confía en ella. Ten siempre presente que tú no sabes lo que es mejor para ti, pero el Universo sí. Sé humilde, disfruta el presente con lo que tienes (que es mucho), y aprende a esperar.
Solamente cuando estés lo suficientemente anclado a tu Ser, y esto significa que hayas alcanzado un estado de conciencia elevado y sintonizado con la Creación, puedes dirigir este proceso a voluntad. Allí, el factor tiempo y la espera desaparecerán, porque tu Ser ya habrá recuperado su trono y el ego habrá vuelto a su verdadero lugar, que es el de súbdito. Entonces todas tus palabras y acciones estarán alineadas con el ritmo natural de la Creación. Serás como una ola en el mar. No habrá dos; tú y el mundo, tú y la vida. Será todo la misma cosa, la misma energía, llamada Dios.
El único obstáculo es siempre el ego. Y al ego se lo reduce con trabajo interior. No existe otra manera. Vencerlo no significa que desaparezca, sino que no dirija tu vida. Como el ego es la mente, sólo abandonando día a día un poquito más la mente puedes llegar a realizar tus sueños. Es por eso que en tu lista de prioridades siempre debes estar primero tú. Esto es AMOR, no egocentrismo como muchos creen. Cuando te pones en primer lugar, estás comprendiendo como funciona el Universo. Eres realmente conciente de que sólo conectándote con tu Ser, en el silencio del alma, obtendrás el estado interno que te llevará hacia la dicha, la plenitud y la felicidad que buscas. Solamente allí podrás brindar a los demás una ayuda real con tu mera presencia. Es muy noble ayudar a los demás dándoles comida, refugio, salud, y escucha. Pero lo que más necesita el mundo es ascender, evolucionar. Cuando eres AMOR, no sólo resuelves esos problemas, sino que también siembras una semilla de luz que se contagia a donde quiera que vayas, facilitando el despertar de los demás y acelerando la ascensión del planeta.
Sólo ocupándote de ti (de tu mundo emocional y espiritual), puedes vencer tus limitaciones y vivir sin esfuerzo. Si no lo haces, seguirás una y otra vez cometiendo los mismos errores. ¿Acaso no es eso lo que te sucede?
Ocúpate de volver a tu esencia. No postergues más al Ser. Puedes postergar los viajes, las reuniones con amigos, la pareja, o cualquier otra cosa, pero no el espacio para conectarte contigo y con tus sentimientos, sin la intervención de tu mente.
Pruébalo un mes, y observa lo que sucede.

No hay comentarios:

Publicar un comentario