Todo está dentro.
En nuestro estado interior está el enfado, la ira, el malhumor, la riña…
También está la sensibilidad, el cariño, la comprensión, la empatía.
¿De qué depende que se muestren unas u otras?
De nuestro estado mental, de nuestro estado emocional y de nuestro estado físico.
El estado físico proviene del cuerpo físico y éste a su vez es el emisario del estado emocional, y este segundo del mental.
Cómo nos encontramos a nivel físico está en consonancia con nuestras emociones (que no sentimientos, no es lo mismo) y con nuestras ideas y pensamientos.
Podemos interactuar con cualquiera de ellos para lograr resultados en los demás.
Son un conjunto, como hermanos trillizos, uno afecta y se ve afectado por los otros.
A veces nos dedicamos a hacer horas de meditación y después nos comemos una hamburguesa, nos bebemos bebidas “energéticas”, gaseosas…, y con ello sólo logramos deshacer el efecto conseguido previamente.
El Cuerpo del Espíritu
No sirve de nada cuidar el cuerpo espiritual, el alma, si no se cuida su vehículo: el cuerpo físico y sus modos de expresión: el cuerpo emocional y el mental.
El cuerpo emocional se asienta en el plexo solar, en el área del estómago y ahí se recogen las emociones. Es el hogar de las emociones que están ligadas a los centros inferiores. Las emociones pueden ser positivas, negativas…, lo ideal es que sean neutras. Para ellas también rige el principio de polaridad.
El corazón rige los sentimientos, el cuerpo sensitivo, y está ligado a los cuerpos superiores. El espacio de este cuerpo energético está a la altura del timo, un poco más arriba del corazón físico. Todos tenemos alas pues todos tenemos brazos que abrazan. Son parte de nuestras alas etéricas, cuyo punto de ensamblaje es el corazón. El alimento para este cuerpo es el sol, la respiración, el agua pura, los ideales…
Todo está en nosotros y podemos interactuar con nuestro interior. La mirada interior es poderosa, mágica y permite cambiar nuestros estados, diluirlos a veces, fortalecerlos otras…
El Cuerpo Físico
La manera más sencilla y visible es tratar el cuerpo físico:
El descanso, que nos da serenidad, armonía, que nos devuelve a casa en las horas de sueño.
El ejercicio, que nos da vigor, que mueve la energía y aporta más energía. Si estás cansado haz deporte. Si estás paralizado en la vida haz ejercicio, apúntate a una competición, muévete.
Y la alimentación, que nutre o enferma el cuerpo físico.
No hay que caer en las modas de la alimentación de un tipo o de otro. La vida es sencilla y la alimentación ha de ser guiada por la naturaleza del lugar en el que vives. Si deseas una alimentación natural no la busques en el supermercado ni en tiendas especializadas. Para una alimentación sana, natural, equilibrada, de verdad, ve a la naturaleza.
¿Qué ofrece la naturaleza del espacio en el que vives en cada época del año? Ese es tu alimento.
La vida es tan sencilla que necesitamos complicarla.
Todo lo que está en bolsas, en cajas, en cartón, congelado o envasado al vacío, no es tan saludable como lo que está en la tierra, en el árbol, en el campo. No te engañes, que no te engañen con plásticos, etiquetas, colorines… La naturaleza, lo natural, prescinde de artificios.
Y si comes “plástico” te conviertes en plástico. Maleable, dúctil, irrompible… Sin emociones, sin pensamientos, alejado de los sentimientos.
Si quieres ser natural como la vida misma, huir de artificios, come según la naturaleza del lugar en el que vives.
El Ayuno
Y antes de empezar a comer con consciencia, ayuna. El ayuno limpia, purifica. El ayuno libera tu cuerpo, tus arterias y sobre todo tus intestinos (especialmente el colon). Ahí no sólo se recogen los residuos de la mala alimentación, el germen de tantas enfermedades, sino que también se acumulan las toxinas emocionales y mentales.
El ayuno es el gran aliado de la salud, de la armonía, del equilibrio y del camino espiritual. No puedes llegar a conectar con tu Espíritu a través de un vehículo físico contaminado. Seguro que ni pasa la ITV…
La alimentación es la gran aliada del camino de crecimiento personal. Y el ayuno como herramienta de depuración, desintoxicación, de salud, es imprescindible.
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