La envidia se produce cuando vemos que alguien tiene algo que nosotros queremos. Pero no nos damos cuenta que eso que queremos tal vez no nos corresponde. Por el contrario, nuestra necesidad de destacar, la falta de autoestima, la frustración, la dificultad para conseguir lo que deseamos, nuestros sentimientos de inferioridad nos llevan a este sentimiento o emoción. Al sentir envidia no percibimos que más que a cualquier otra persona, nos estamos dañando a nosotros mismos; la envidia genera resentimiento, sufrimiento por lo que otros tienen, infelicidad. La envidia se convierte en un elemento tan cotidiano que poco a poco va envenenando nuestra alma, llenándonos de amargura.
Muchas veces nuestra incapacidad para aceptar la realidad como tal y como es, se convierte en el desencadenante de este sentimiento. Deseo algo que no logro conseguir y me pregunto ¿por qué otros si lo consiguen? Entonces surge la envidia hacia aquel que consiguió lo que yo quería. Nos preguntamos ¿por qué es tan difícil para mí y tan fácil para él?
Llegamos a la conclusión de que tenemos mala suerte y que “unos nacen con estrella y otros estrellados”. Atribuimos esta mala suerte a cosas externas y esto genera mayor resentimiento, ya que no tenemos control sobre la situación. Esto nos lleva a una inercia en la que no nos ponemos en movimiento para lograr las cosas y por otro lado seguimos sintiéndonos víctimas de las circunstancias y el destino. Constantemente estoy mirando la posición en donde está el otro para contrastarla con la mía, esto actitud solo nos lleva a sentir más resentimiento, más infelicidad y al final terminamos deseando el mal para otros.
Esta actitud de la envidia es una defensa de personas débiles. De aquellos que cuentan una baja autoestima y que por ello consideran que no tienen las capacidades para hacer algo o lograr lo que desean. Entonces es más sencillo sentirme como víctima y culpar a los demás que aceptar mi carencia o hacer algo para obtener lo que quiero. Por otra parte, tenemos una dificultad para aceptar la realidad. Las experiencias que tenemos son adecuadas para desarrollar un aspecto de nuestra vida y lo que no se nos presenta es porque no nos va a enseñar nada. No podemos forzar al universo para que nos de algo. Piensa en los genios que conceden deseos. En estas historias, cuando obtenemos lo que queremos no lo disfrutamos y nos damos cuenta de que no es como esperábamos. Entonces sufrimos porque lo que imaginábamos no se corresponde con el deseo que el genio nos concedió.
¿Qué puedo hacer?
La envidia es una de las emociones que han sido catalogadas por la tradición judeocristiana como un pecado capital y procuramos no sentirla porque nos convertiría en malos seres humanos pero hasta que no la reconozcamos no podemos liberarla porque la única forma de sacarla es saber que existe. Mientras no seamos capaces de hacer esto, estaremos culpando a otros y sintiéndonos victimas del destino. Acusando a otros de tener mejor suerte mejores oportunidades de haber nacido con estrella mientras nosotros nacimos estrellados, diciendo que otros consiguen las cosas por tener rosca y nosotros somos muy honestos luchamos por conseguir las cosas sanamente. Así que el primer paso es aceptar la emoción que estamos sintiendo, identificarla, observarla y ver de dónde proviene.
Cuando hayamos observado la emoción sabremos qué podemos hacer. Tenemos la posibilidad de tomar una decisión, ¿deseo continuar sintiendo envidia o quiero cambiar mi vida para que sea una mejor experiencia, con mi propio camino y mis propios logros?. Aceptar que mis logros no deben ser los del otro, porque cada uno de nosotros es diferente, porque cada uno tenemos una misión especial y por ello necesitamos estar en un lugar diferente con condiciones y experiencias diferentes.
Otro paso importante que debemos tener en cuenta es mejorar nuestra autoestima, ver nuestras cualidades y fortalezas para usarlas en nuestro beneficio. Sin autoestima nos faltará la fuerza que necesitamos para hacer las cosas. Necesitamos romper la inercia que nos conduce a ese estado de frustración y al final a envidiar lo que otros han logrado. La envidia y la falta de autoestima nos quitan la energía que requerimos para llegar a hacer lo que realmente deseamos. Entonces lo primero es aceptarte y quererte para tomar las mejores decisiones.
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