martes, 28 de marzo de 2017

Como caminar en el mundo

El Alma cumple muchos viajes para crecer, para evolucionar. En cada viaje conoce, aprende, comprende, experimenta.
Podamos haber descubierto el camino correcto para nosotros, haber aprendido lo que está bien o no, lo que facilita el Camino o lo hace más difícil.
Podamos haber redescubierto nuestra Esencia, haber comprendido cómo relacionarnos con los otros y con todo lo que nos rodea. 
Podamos haber experimentado parte de lo que hemos conocido, aprendido, comprendido.
Pero no nunca podemos estar seguros de saber vivir la vida porque en una sola vida no podemos experimentar todo lo conocido.
Sólo cuando nos encontramos en la acción, realmente podemos comprobar si logramos llevar a la práctica lo que hemos aprendido y creído correcto para nosotros. 
Querida Alma Luminosa, ha usado las palabras ‘conocer’, ‘aprender’, ‘comprender’, ‘experimentar’, porque ellas encierran las fases principales del crecimiento.
Es más simple comprender estas fases si seguimos viendo la vida como una Escuela especial, dónde lo conocido debe fusionarse con la experiencia.
Tomemos, por ejemplo, una poesía: no nos basta haber conocido el contenido para hacerla nuestra, debemos aprenderla un poco a la vez, es decir, debemos aprehenderla.
Y una vez aprehendida, si nos detenemos con el corazón en cada palabra, en cada frase, podemos comprender que encierra los sentimientos, las sensaciones y, a veces, también la experiencia del poeta. 
Haciendo esto, nos acercamos a la comprensión verdadera.
Pero sólo cuando experimentamos personalmente cuánto escrito en aquella poesía, podemos decir: 
–Para mí esto corresponde a la realidad. Yo sé vivir esto – .
En un Camino de crecimiento no nos podemos detener tampoco en esta fase, pero se nos pide experimentar aquello que hemos comprendido, en situaciones y momentos diferentes.
Muchas veces, incluso habiendo experimentado una conciencia, no logramos llevarla a la práctica en cada momento de la vida.
Esto ocurre porque existen muchos obstáculos: nuestro cuerpo físico con sus biorritmos y sus límites, nuestra personalidad, nuestras necesidades, nuestra emotividad, lo cotidiano con todas sus dificultades, situaciones estresantes, acontecimientos fuertes, y finalmente, todo lo que gira alrededor de las personas con la que nos relacionamos.
He aquí porque los Ángeles siempre nos instan a la humildad incesante: sólo con ella podemos permanecer atentos para llevar a la práctica nuestros conocimientos, en cualquier momento y en cualquier situación.

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