Pararme, pararlo todo, y averiguar: ¿Qué quiero hacer con mi vida?
Revisar seriamente las cosas que no hago porque creo que no las puedo o debo hacer.
Prestar atención a las cosas importantes, no sólo a las urgentes.
No perder la vida, mal llamada “el tiempo”, mientras sigo aplazando
la decisión de Descubrirme. (Que mi vida no sea un continuo abandono de
mis buenos propósitos)
Dejar de ser solamente un teórico y ponerme a hacer lo que sé que tengo que hacer, que a su vez es también lo que quiero hacer.
Buscar lo óptimo.
Vivir.
Organizarme.
“Aquello que no hiciste será de lo que más te arrepentirás”, ¿Lo tengo en cuenta?
Dejar de huir del mundo y de mi vida.
Ser como verdaderamente soy.
Hacer algo o mucho por alguien o por muchos.
Diseñar un Plan de Vida y hacerlo realidad.
Meditar.
Reflexionar.
Anotar mis pensamientos, intuiciones, intenciones, ilusiones, deseos, logros…
Revisar si he hecho el duelo por todos los seres queridos que han fallecido.
Dedicar mucha atención a los seres queridos que aún están vivos. (Que no tenga que arrepentirme después)
Decir que les quiero a las personas que quiero.
Existir con plenitud en cada uno de los próximos segundos. (Los tengo racionados y no me puedo permitir perder alguno)
Ser consciente de que cada instante está vivo, y es único, irrepetible e irrecuperable.
Grabar esta frase en mi conciencia y no olvidarla ni un solo instante: PROMETO NO ABANDONARME NUNCA MÁS.
Convertir mis sueños en realidad.
Encontrar el poder que habita dentro de mí.
Llevarme bien con mi humildad.
Concederme los caprichos que me merezca.
Resolver mis asuntos personales.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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