Estamos tranquilos, disfrutando de un momento increíble, sin ninguna preocupación en nuestras cabezas, solo viviendo el momento. De repente sucede algo que cambia nuestro sentir de un segundo a otro, un imprevisto, algo que no pensamos nunca que podría suceder y nos invade un sentimiento de ira.
El Sentimiento de ira se apodera de nuestra forma de pensar, de nuestra manera de actuar, de nuestras emociones, en solamente un segundo, cambiando radicalmente la forma de ver y percibir nuestro maravilloso día.
Aquí algunos consejos que te serán de gran utilidad para poder hacerle frente al sentimiento de ira.
1) Identifica el problema (autoconciencia). Comienza
por observar qué te hace enojar y por qué. Pon en palabras lo que te
hace alterar para que puedas actuar en lugar de reaccionar. Seguramente
parece difícil pero no es imposible. Una vez que lo ponen en práctica
se hace un hábito.
Pregúntate: ¿Qué me hace enojar? ¿Qué es lo que siento y por qué?
Puedes hacer esto mentalmente o en voz alta, pero debes ser claro y
específico. Piensa bien en el enojo que se apoderó de ti, piensa
porqué, y verás que identificándolo será mucho más fácil resolverlo.
2) Piensa en posibles soluciones antes de responder (autocontrol). Aquí es donde te detienes por un minuto para darte tiempo a fin de controlar tu enojo. También es donde empiezas a pensar en cómo podrías reaccionar, pero sin reaccionar aún. Es importante no reaccionar automáticamente, o mediante impulso.
3) Considera las consecuencias de cada solución (piénsalo bien). Aquí
es donde piensas acerca de cuál es el resultado probable de cada una de
las diferentes reacciones que te planteaste. Imagínate todo el
panorama qué sucedería si hicieras lo que la ira te haría hacer.
Pregúntate: ¿Qué sucederá para cada una de estas opciones?
4) Toma una decisión (escoge una de las opciones). Aquí
es donde actúas al elegir una de las tres cosas que podrías hacer.
Observa la lista y escoge la opción que probablemente sea la más eficaz.
Una vez que eliges tu solución, es momento de actuar.
5) Revisa tu progreso. Después de que hayas actuado y la situación haya finalizado, dedica algo de tiempo a pensar sobre cómo estuvo.
En caso de que no haya sido así, ¿por qué no? ¿Estoy satisfecho con la elección que hice? Tomar algún tiempo para reflexionar sobre cómo las cosas funcionaron después de que todo terminó es un paso muy importante.
Ayuda a que aprendas sobre ti mismo y te permite evaluar qué método de
resolución del problema funciona mejor en diferentes situaciones.
Espero les haya sido de utilidad estos consejos, y prueben aplicarlos cada vez que les suceda. Sin duda poder controlar nuestras emociones y manejar nuestros sentimientos de ira nos hará sentir mejores personas y nos hará estar más tranquilos con nosotros mismos y con el resto del mundo.
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