Es común haber tenido experiencias en
las que la envidia juega un papel central en la historia, ya sea porque
la sentimos nosotros o está presente en alguien a nuestro a alrededor.
¿Cuál es su origen?
Este deseo puede ser por un bien
material, logros profesionales o familiares, entre otras cuestiones,
incluso temas como la estabilidad emocional, la forma de vestir, etc.,
que por diferentes razones no se han podido concretar o no forman parte
de nuestras experiencias de vida.
Sin embargo, cuando el bien ajeno
produce un profundo malestar difícil de controlar, la envidia puede
llegar a ser muy destructiva, cargada de rencores y hostilidades hacia personas que no nos han hecho nada,
pues es un estado mental que de manera consciente e inconsciente nos
limita, haciéndonos sentir incapaces de crear experiencias similares.
¿Cómo revertir y usar a nuestro favor este sentimiento, que suele ser más fuerte que nosotros?
1. Respira de manera consiente
Cuando aparece, es tan intensa que
pareciera que no tenemos opción ante su llegada, pero respirar nos
permite ganar tiempo para que esta emoción se estabilice.
2. Indaga tus pensamientos
Si esta situación ya está presente,
aprovéchala a tu favor. Este pensamiento no indagado tendrá el poder de
aparecer una y otra vez haciéndote sentir inestable ante las situaciones
similares, así que pregúntate: ¿qué es lo que envidio de esta persona o
situación?, ¿es algo que realmente yo deseo tener, sentir o hacer?
Y recuerda que el hecho de sentir envidia no te hace mala persona, sólo que a veces olvidamos de qué somos capaces.
3. Agradece la experiencia
Recuerda que estas ocasiones te permiten
aprender ¡si tú lo decides! La envidia no discrimina, puede presentarse
incluso con gente que queremos. Que la relación que tienes con la
persona, sea cual sea, no te ciegue a ver que lo que el otro tiene tú
también lo puedes tener, y el hecho de que se presente la envidia es una
alarma de ello: un recordatorio de que la abundancia física, mental y
emocional está presente para todo aquel que la desee.
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