Escribir nos ayuda a pensar; el proceso de escritura es un proceso de
reflexión sobre cosas que sabíamos y también que no sabíamos, pues al
no haber sido expresadas no dieron pie a que surgieran otras nuevas. Por
eso escribir es un acto creativo. Pero no se juzgue “creativo” como
algo falso o imaginario.
Escribir da pie a ideas que antes no se habían esbozado, nos permite
ponernos de igual a igual al mundo. Nos permite estar enteros con las
capacidades completas que nuestro cerebro tiene.
Pero hay muchos tipos de escritura, muchos ejercicios diferentes.
Aquí hablaremos de los que nos sirven como “terapia”. ¿Cuáles no?
como ya se dijo, escribir nos sirve para conocer zonas antes
desconocidas o inexploradas por nosotros. Remitirnos a problemas y a
situaciones que necesitamos comprender y de las que podemos salir
enriquecidos al reconocerlas. Desplegarlas, es decir, escribirlas, es ir
entendiéndolas.
Escribir por un dolor emocional, puede ser una pérdida, algo
incomunicable que por la intensidad en que se nos presenta y nos invade
sólo podemos expresarlos frente a nosotros mismos. Es algo parecido a la
confesión. Estos casos permiten dar rienda suelta a la escritura, sin
testigos, con nosotros como únicos receptores del testimonio.
En ocasiones, escribir a causa de un dolor se puede volver una
sublimación, como cuando el escrito pretende ser un poema, un relato o
una carta muy bien escrita.
Cuenta Jorge Luis Borges que el cuento “Funes el memorioso”, que
trata de un hombre que es capaz de recordar todo (hasta las diferentes
perspectivas de una hoja), lo escribió durante un periodo de muchos
meses de insomnio, al acabar el cuento pudo dormir bien.
André Bretón, líder, promotor, impulsor del surrealismo hizo estudios
de psquiatría antes de dedicarse más por entero al arte, consideraba el
surrealismo como un ejercicio pleno de liberación del inconsciente
-acorde esto a las teorías de Freud-, la escritura automática, el dar
prioridad a las imágenes, palabras o ideas que acudieran primero a la
mente sin el filtro del raciocinio, eran para él liberadoras y
curativas, no sólo para beneficio individual, sino de una colectividad.
A nivel personal los beneficios pueden ser muchos: autoconocimiento,
confesión, liberación, comunicación: en ocasiones lo escrito es mejor
comprendido por diversas circunstancias que lo dicho en voz alta.
A veces, cuando te sientas mal y no sepas qué ocurre trata a
escribir, quizá ahí encuentres unas pistas grandes y puedas darte la
oportunidad de comenzar a entenderte desde ahí.
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