Navidad significa nacimiento, y el símbolo de la Navidad es una
estrella, una luz en la obscuridad que sirvió de guía para encontrar al
salvador. No veamos más esta estrella fuera de nosotros, sino brillando
en nuestro cielo interno y aceptémosla como símbolo de que ha llegado
el tiempo del Cristo; el tiempo de reconocer nuestra verdadera
identidad.
Dentro de cada uno de nosotros existe un Salvador que conoce nuestra
totalidad, nuestra esencia. Es una sabiduría innata que, si la
utilizamos como una guía, nos conducirá siempre a experiencias de paz,
armonía y amor. Es algo muy especial que está en todos y es para todos.
Si no sacamos el mayor provecho de ella es sólo porque no la podemos
entender y mucho menos aceptar.
Esta esencia en nosotros es la que conoce nuestra totalidad o nuestra santidad.
Pero como un amigo fiel, no llegará a donde no se ha le ha invitado. Por
lo tanto, vamos a comenzar nuestras fiestas navideñas abriéndole la
puerta a este invitado tan especial.
No temamos abrirle la puerta y recibámosle sin expectativas. El sabrá
orientarnos, sin equivocarse y nos traerá regalos que no podremos
encontrar en ningún lugar del mundo.
Tan pronto recibamos ese invitado tan especial, estaremos listos para
preparar la gran fiesta. Pero, ¿cómo va a ser esta fiesta de Navidad?
Nuestro amigo no pide nada. No exige sacrificios de ningún tipo. Por lo
tanto, en esta Navidad, cerremos las puertas a todo sacrificio estéril,
a la culpa, al miedo a la escasez y demos paso a lo único que tiene
sentido en nuestras vidas, a ese regalo del cual derivan su existencia
todas las cosas: el amor.
Para muchas personas, las estampas de la Navidad traen sentimientos de
gozo y alegría. Para otras, esta época puede ser difícil, solitaria,
aumentando los sentimientos de culpa y depresión. Continuamente leemos
artículos sobre cómo disfrutar las fiestas, sin embargo muchos no
podemos imaginar cómo salir de ese estado de inmensa soledad en que
algunos nos sumergimos. A veces podemos sentirnos atrapados entre lo que
queremos hacer y lo que debemos hacer. Nos sentimos culpables porque
deseamos quedarnos en casa en vez de salir a visitar familiares por
compromiso.
También podemos sentirnos perdidos porque no tenemos la familia que
quisiéramos tener. Muchos de nosotros, año tras año esperamos que la
mágica Navidad nos regale una persona que pueda llenar el vacío del
solitario corazón, causando honda desesperación cuando no sucede.
Recuerda que no estás solo(a). Que hay muchas personas compartiendo tus
mismos sentimientos.
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