La
mente no sabe vivir en tiempo presente, porque está demasiado ocupada
para percibirlo. O busca en los archivos del dolor, o estará planeando
el futuro dentro de los parámetros de lo que ya se vivió…Los
pensamientos proyectados al futuro nos paralizaran de miedo, porque se
enfrentan con la incertidumbre. Y el miedo es un mal consejero. Si lo
aceptamos como huésped atraerá precisamente aquello que más tememos.
Permitir
que el pasado se disipe con el convencimiento de que siempre hicimos lo
mejor que pudimos. El futuro dejara de amenazarnos si sentimos que
siempre estamos bajo el cuidado de la provisión divina, que es perfecta.
Pertenecemos a lo que nos mantiene vivos, plenos, conscientes y
felices.
Experimentar
conscientemente cada sensación de nuestro cuerpo, de nuestros sentidos,
interrumpe aunque sea por momentos ese diálogo interno que nos desgasta
y nos separa de nuestra esencia.
Hay
un pasaje de un libro de Anthony de Mello que a través de esta historia
nos recrea perfectamente lo que significa vivir el AHORA…
Un hombre se acercó a un anciano y le dijo así:
“Me han dicho que tú eres sabio… Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no están al alcance de las demás personas.”
El
anciano le contestó: “Cuando como, simplemente como; duermo cuando
estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo.”
“Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio”, le contestó el hombre, sorprendido.
“Yo
no lo creo así”, le replicó el anciano. “Pues cuando duermes, recuerdas
los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que puedes
tener al levantarte. Cuando comes, estás planeando lo que vas a hacer
más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas qué vas a preguntarme o
cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar.”
El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada instante del milagro de la vida.
Silvia Aybar Ezquerra
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