Eres la fuerza que juega con
tu mente y utiliza tu cuerpo como si fuese su juguete favorito para
jugar y divertirse. Esa es la razón por la que estás aquí: para jugar y
divertirte. Nacemos con el derecho a ser felices, con el derecho a
disfrutar de la vida. No estamos aquí para sufrir. Quien quiera sufrir
goza de libertad para hacerlo, pero no hay razón para sufrir.
Entonces, ¿por qué sufrimos? Pues porque el mundo entero sufre y
pensamos que el sufrimiento es algo normal, y para corroborarlo,
creamos un sistema de creencias que apoye esa «verdad». Nuestras
religiones nos dicen que hemos venido aquí a sufrir, que la vida es un
valle de lágrimas. Sufre hoy, sé paciente, y cuando te mueras, tendrás
tu recompensa. Suena bien, pero no es verdad.
Escogemos
sufrir porque hemos aprendido a sufrir. Y si continuamos haciendo las
mismas elecciones, continuaremos sufriendo. El Sueño del Planeta lleva
consigo el sueño de la humanidad, la
evolución de los seres humanos, y el sufrimiento es el resultado de esa
evolución. Los seres humanos sufrimos porque sabemos, sabemos en qué
consisten todas esas creencias, conocemos todas esas mentiras, y como
somos incapaces de satisfacer tanta mentira, sufrimos.
No
es verdad que tras la muerte se viva en el cielo o en el infierno. Se
vive en el infierno o en el cielo, ahora. El cielo y el infierno sólo
existen a un nivel mental. Si sufrimos ahora, cuando muramos seguiremos
sufriendo, porque la mente no se muere con el cerebro. El sueño
continúa, y cuando nuestro sueño tiene lugar en el infierno, nuestro
cerebro muere y seguimos soñando en el mismo infierno. La única
diferencia entre estar muerto y estar dormido es que, cuando dormimos,
nos despertamos porque tenemos un cerebro. Cuando morimos, no podemos
despertar porque el cerebro ha dejado de funcionar, pero el sueño está
ahí.
El
cielo o el infierno están aquí y ahora. No necesitas esperar a morirte.
Cuando te responsabilizas de tu vida y de tus actos, tienes el futuro
en tus manos, y entonces, puedes vivir en el cielo mientras el cuerpo
aún está vivo.
El
sueño que la mayoría de los seres humanos crean en este planeta es,
obviamente, el del infierno. Esto no es correcto ni incorrecto, ni bueno
ni malo, y no hay nadie a quien echarle las culpas. ¿Podemos culpar a
nuestros padres? No. Cuando eras pequeño y te programaron lo hicieron lo
mejor que pudieron. Si tienes hijos, seguro que tampoco sabes qué otra
cosa hacer. Que cobres conciencia no significa que tengas que culpar a
nadie más o que tengas que cargar con las culpas por lo que hiciste.
¿Cómo podemos culparnos por tener una enfermedad mental que es muy
contagiosa?
Sabes,
todo lo que existe es perfecto. Eres perfecto tal y como eres. Esa es
la verdad. Eres un maestro. Aunque seas un maestro del enfado y de los
celos, tu enfado y tus celos son perfectos. Aunque tengas un gran
conflicto en tu vida, es perfecto, es hermoso. Es posible ver una
película como Lo que el viento se llevó y llorar por toda esa
desdicha. ¿Quién dice que el infierno no es hermoso? El infierno puede
ser una fuente de inspiración. Incluso el infierno es perfecto, porque
sólo existe la perfección. Incluso aunque sueñes el infierno en tu vida,
eres perfecto siendo sencillamente como eres.
Nuestra
creencia de que no somos perfectos se debe al conocimiento. El
conocimiento no es más que una descripción del sueño. El sueño no es
real, de modo que el conocimiento tampoco lo es. Provenga de donde
provenga, sólo es real desde una determinada percepción, y una vez que
la cambias, deja de serlo. Con este conocimiento nunca llegaremos a
descubrir quienes somos. Finalmente, eso es lo que buscamos:
encontrarnos a nosotros mismos, ser nosotros mismos y vivir nuestra
propia vida en lugar de vivir la del Parásito: la vida para la que
fuimos programados.
No
es el conocimiento el que nos conducirá hasta nosotros mismos, sino la
sabiduría. Tenemos que distinguir entre conocimiento y sabiduría, porque
no son la misma cosa. El conocimiento lo utilizamos sobre todo para
comunicarnos con los demás y ponernos de acuerdo en lo que percibimos.
El conocimiento es la única herramienta que los seres humanos tenemos
para comunicarnos, ya que difícilmente nos comunicamos de corazón a
corazón. Por lo tanto, lo importante es la manera que tenemos de
utilizar ese conocimiento, ya que puede hacer que nos convirtamos en su
esclavo y dejemos de ser libres.
La
sabiduría no tiene nada que ver con el conocimiento; tiene que ver con
la libertad. Cuando eres sabio, eres libre de utilizar tu propia mente y
de dirigir tu propia vida. Una mente sana está libre del Parásito; goza
de la misma libertad que tenía antes de la domesticación. Cuando sanas
tu mente, cuando te liberas del sueño, ya no eres inocente, sino sabio.
En muchos aspectos vuelves a ser de nuevo como un niño, salvo por un
detalle que cambia mucho las cosas: un niño es inocente y por eso puede
hundirse en el sufrimiento y la infelicidad. Quien trasciende el sueño
es sabio; esa es la razón por la que no vuelve a hundirse más: porque
ahora sabe y cuenta con el conocimiento del sueño.
No
es necesario acumular conocimiento para convertirse en sabio; cualquier
persona puede conseguirlo. Cualquiera. Cuando te haces sabio, la vida
se convierte en algo fácil, porque te transformas en quien realmente
eres. Es difícil intentar convertirse en lo que uno no es, intentar
convencerse a uno mismo y a todos los demás de que se es lo que no se
es. Cuando intentas ser lo que no eres desperdicias todas tus energías.
Ser quien eres no requiere el menor esfuerzo.
Al
convertirte en sabio, no necesitas utilizar todas esas imágenes que
creaste; no necesitas fingir que eres diferente de lo que realmente
eres. Te aceptas a ti mismo tal cual. y esa aceptación completa se
convierte en la aceptación completa de todos los demás. Ya no intentas
cambiar a otras personas o imponer tu punto de vista. Respetas las
creencias de los demás. Aceptas tu cuerpo y tu propia humanidad con
todos tus instintos. No hay nada malo en ser un animal. Somos animales y
los animales siempre siguen su instinto. Somos seres humanos y, debido,
a nuestra gran inteligencia, aprendemos a reprimir nuestros instintos;
no escuchamos lo que proviene del corazón. Esa es la razón por la que
actuamos en contra de nuestro propio cuerpo, intentando reprimir sus
necesidades o negando su existencia. Esto no es sabiduría.
Cuando
te conviertes en sabio, respetas tu cuerpo, respetas tu mente, respetas
tu alma. Cuando te conviertes en sabio, controlas tu vida con el
corazón, no con la cabeza. Dejas de sabotearte a ti mismo, de sabotear
tu felicidad o tu amor. Dejas de cargar con toda esa culpa y esos
reproches; dejas de juzgarte y de juzgar a los demás. A partir de ese
momento, todas las creencias que te hacen infeliz, que te empujan a
pelearte con la vida y que la convierten en algo difícil, simplemente
desaparecen.
Renuncia
a todas esas ideas sobre ser lo que no eres y conviértete en lo que
realmente eres. Cuando te entregas a tu naturaleza, a lo que realmente
eres, entonces, dejas de sufrir. Cuando te entregas a tu verdadero yo,
te entregas a la Vida, te entregas a Dios. Y una vez que te entregas, ya
no hay forcejeo, ya no hay resistencia, ya no hay sufrimiento.
Cuando
eres sabio, siempre optas por la opción fácil, que es ser tú mismo,
seas lo que seas. El sufrimiento no es otra cosa que la resistencia a
Dios. Cuanto más te resistes, más sufres. Así de sencillo.
Imagínate
que, de la noche a la mañana, te despiertas del sueño y estás
completamente sano. Ya no tienes heridas, ya no tienes veneno emocional.
Imagínate la libertad que experimentarás. Dondequiera que vayas todo te
hará feliz por el mero hecho de estar vivo. ¿Por qué? Pues porque un
ser humano sano no tiene miedo de expresar el amor. No tienes miedo de
estar vivo y tampoco de amar. Imagínate cómo vivirías tu vida, cómo te
relacionarías con la gente que te rodea si no tuvieses esas heridas y
ese veneno en tu cuerpo emocional.
En
las escuelas místicas de todo el mundo, a este proceso lo denominan el
despertar. Es como si un día te despertaras y ya no tuvieses heridas
emocionales. Pues bien, cuando ya no tienes esas heridas en el cuerpo
emocional, las limitaciones desaparecen y empiezas a ver todas las cosas
tal como son y no según tu sistema de creencias.
Desde
el momento en que abres los ojos sin esas heridas, te conviertes en un
escéptico: no aumentas tu importancia personal diciéndole a todo el
mundo lo inteligente que eres o burlándote de otras personas que creen
en todas esas mentiras. No, en el momento en que te despiertas, te
conviertes en un escéptico porque ves claramente que el sueño no es
verdad. Abres los ojos, estás despierto y todo te resulta obvio.
Cuando
te despiertas, cruzas una línea que no tiene retorno y nunca más
vuelves a ver el mundo de la misma manera. Todavía estás soñando -no se
puede evitar el sueño porque soñar es una función de la mente-, pero la
diferencia estriba en que sabes que se trata de un sueño. Y una vez que
lo sabes, puedes disfrutarlo o sufrirlo. Eso depende de ti.
El
despertar es como hallarse en medio de una fiesta en la que hay miles
de personas y todas están borrachas excepto tú. Eres el único que se
mantiene sobrio. Pues bien, eso es el despertar, ya que la mayoría de
los seres humanos ven el mundo a través de sus heridas emocionales, a
través de su veneno emocional. No son conscientes de que están viviendo
en el sueño del infierno. No son conscientes de que están viviendo en un
sueño, del mismo modo que los peces que nadan en el agua no son
conscientes de que viven en el agua.
Cuando
despiertes y descubras que eres la única persona sobria en una fiesta
en la que todos los demás están embriagados, siente compasión por ellos
porque, antes, tú estabas en sus mismas circunstancias. No juzgues, ni
tan siquiera a la gente que está en el infierno, porque también
estuviste en él.
Al
despertar, tu corazón se transforma en una expresión del Espíritu, del
Amor, en una expresión de la Vida. El despertar tiene lugar cuando
cobras conciencia de que tú eres Vida. Y cuando cobras conciencia de que
eres la fuerza que denominamos Vida, todo es posible. Los milagros se
suceden sin cesar, porque es el corazón el que obra esos milagros. El
corazón está en comunión directa con el alma humana, y aun cuando la
cabeza oponga resistencia, cuando el corazón habla, algo cambia en tu
interior; tu corazón se abre a otro corazón, y te es posible
experimentar el verdadero amor.
Existe
una vieja historia de India que nos habla de la soledad de Dios:
Brahma. No existía nada más que Brahma, y por esa razón estaba muy
aburrido. Brahma decidió jugar a un juego, pero no tenía a nadie con
quien jugar. De modo que creó a una hermosa diosa, Maya, con el único
propósito de divertirse. Una vez que Maya existió y Brahma le explicó el
propósito de su existencia, ella le dijo: «De acuerdo, juguemos al
juego más maravilloso, pero tú harás lo que yo te diga». Brahma aceptó
y, siguiendo las instrucciones de Maya, creó todo el universo. Creó el
Sol y las estrellas, la Luna y los planetas. Después, la vida en la
Tierra: los animales, los océanos, la atmósfera, todo.
Entonces
Maya le dijo: «Qué bello es este mundo de ilusión que has creado. Ahora
quiero que crees un tipo de animal que sea tan inteligente y goce de
tal conciencia que esté capacitado para apreciar tu creación».
Finalmente, Brahma creó a los seres humanos, y una vez que acabó con la
creación, le preguntó a Maya cuándo iba a empezar el juego.
«Lo
empezaremos de inmediato», dijo ella. Cogió a Brahma y lo cortó en
miles de pedacitos diminutos. Puso un trocito en el interior de cada ser
humano y dijo: «¡Ahora empieza el juego! ¡Voy a hacer que olvides quién
eres y tendrás que encontrarte a ti mismo!». Maya creó el sueño y, hoy,
Brahma todavía está intentando recordar quién es. Brahma está ahí, en
tu interior, y Maya te impide que recuerdes quién eres.
Cuando
te despiertas del sueño, te conviertes de nuevo en Brahma y reclamas tu
divinidad. Ahora, si el Brahma que está en tu interior te dice: «De
acuerdo. Estoy despierto, ¿qué ocurre con el resto de mí?», como conoces
el juego de Maya, comparte la verdad con otras personas para que
despierten también. Uno se divierte más cuando hay dos personas sobrias
en la fiesta. Y si son tres, mejor que mejor. Empieza por ti. Después,
empezarán a cambiar más y más personas, hasta que todo el sueño, toda la
gente que está en la fiesta, esté sobria.
Las
enseñanzas que nos llegan de India, de los toltecas, de los cristianos,
de los griegos -de distintas sociedades de todo el mundo- provienen de
la misma verdad. Todas nos hablan de reclamar la propia divinidad y
encontrar a Dios en nuestro interior. Hablan de abrir el corazón por
completo y convertirse en un sabio. ¿Eres capaz de imaginarte cómo sería
el mundo si todos los seres humanos abriesen su corazón y descubriesen
el amor en su interior? Podemos hacerlo. Cada uno puede hacerlo a su
manera. No se trata de seguir una idea impuesta; se trata de encontrarte
a ti mismo y de expresarte a tu manera. Esa es la razón por la cual tu
vida es un arte. Tolteca significa «artista del espíritu». Los toltecas
son los que pueden expresarse con el corazón, los que aman
incondicionalmente.
Estás
vivo por el poder de Dios, que es el poder de la Vida. Eres la fuerza
que es la Vida, pero como sabes pensar al nivel de la mente, te olvidas
de quién eres en realidad. Y cuando esto sucede, resulta fácil ver a
otra persona y decir: «Oh, ahí está Dios. Dios se responsabilizará de
todo; Dios me salvará». No. Dios sólo ha venido a decirte -a decirle al
Dios que se encuentra en tu interior- que seas consciente, que elijas,
que tengas valor para avanzar a través de todos tus miedos y cambiarlos a
fin de no temer más al amor. El miedo al amor es uno de los mayores
miedos que padecen los seres humanos. ¿Por qué? Pues porque, en el Sueño
del Planeta, un corazón roto significa «Pobre de mí».
Tal
vez te preguntes: «Si realmente somos la Vida o Dios, ¿por qué no lo
sabemos?». Pues porque estamos programados para no saberlo.
Nos
enseñan: «Eres un ser humano; estas son tus limitaciones». Entonces,
nuestros propios miedos limitan nuestras posibilidades. Eres lo que
crees que eres. Los seres humanos son magos poderosos. Cuando te crees
que eres lo que eres, eso es lo que eres. Y puedes hacerlo porque eres
Vida, Dios, Intento. Tienes el poder de convertirte en lo que eres ahora
mismo. Pero no es la mente racional la que controla tu poder, sino lo
que tú crees.
Como
ves, todo son creencias. Lo que creemos es lo que dirige nuestra
existencia, lo que dirige nuestra vida. Construimos un sistema de
creencias que es como una caja en cuyo interior nos instalamos; no
podemos escapar porque creemos que no podemos hacerlo. Y esta es la
situación en la que nos encontramos. Los seres humanos crean sus propias
restricciones, sus propias limitaciones. Decidimos lo que es
humanamente posible y lo que es imposible, y, después, sólo porque así lo creemos, se convierte en nuestra verdad.
Las
profecías de los toltecas han previsto el inicio de un nuevo mundo, de
una nueva humanidad donde los seres humanos se responsabilizan de sus
propias creencias, de sus propias vidas. Se acerca el momento en el que
te convertirás en tu propio gurú. No necesitas que otros te digan cuál
es la voluntad de Dios. Ahora Dios y tú estáis cara a cara, sin
intermediario alguno. Buscabas a Dios y lo has encontrado en tu
interior. Dios ya no está fuera de ti.
Cuando
sabes que el poder que es la Vida reside en tu interior, aceptas tu
propia divinidad, y aun así, eres humilde porque ves la misma divinidad
en todas las personas. Ves cuán fácil es comprender a Dios, porque todo
es una manifestación de Él. El cuerpo morirá, la mente también se
disolverá, pero tú no. Eres inmortal; existes durante billones de años
en distintas manifestaciones, porque eres Vida y la Vida no puede morir.
Estás en los árboles, en las mariposas, en los peces, en el aire, en la
luna, en el sol. Dondequiera que vayas, estás ahí, esperándote a ti
mismo.
Tu
cuerpo es un templo, un templo vivo en el que reside Dios. Tu mente es
un templo vivo en el que reside Dios. Dios vive en tu interior, Dios es
la Vida. La prueba de que Dios reside en tu interior es que estás vivo.
Tu vida es la prueba.
Por supuesto, en tu mente hay basura y veneno emocional, pero Dios también está ahí.
No
tienes que hacer nada para alcanzar a Dios, para alcanzar la
iluminación, para alcanzar el despertar. No hay nadie que pueda llevarte
hasta Dios. Quien diga que te llevará hasta él es un mentiroso, porque
ya estás en él. Sólo existe un ser vivo, y lo quieras o no, te resistas o
no, sin hacer ningún esfuerzo, ya estás con Dios.
Por
lo tanto, lo único que queda es disfrutar de la vida, estar vivo, sanar
el cuerpo emocional para crear una nueva vida que te permita compartir
abiertamente todo el amor que está en tu interior.
El
mundo entero puede amarte, pero ese amor no te hará feliz. La felicidad
proviene del amor que emana de tu interior. Ese es el amor que
realmente cuenta, no el amor que los demás sienten por ti. Tu amor por
los demás es tu mitad; la otra mitad puede ser un árbol, un perro, una
nube. Tú eres una mitad; la otra mitad es lo que percibes. La mitad que
te corresponde es la del soñador, y, el sueño, es la otra mitad.
Siempre
serás libre para amar. Si eliges comprometerte en una relación y tu
pareja juega al mismo juego, ¡qué regalo! Cuando la relación abandone
del todo el infierno, os amaréis tanto a vosotros mismos que no os
necesitaréis el uno al otro en absoluto. Os uniréis por propia voluntad y
crearéis belleza. Y esa creación mutua es el sueño del cielo.
Ya
eres un maestro del miedo y del auto-rechazo. Ahora lo que tienes que
hacer es recuperar el amor hacia ti mismo, ya que con ese amor por ti
mismo te volverás tan fuerte y poderoso que transformarás tu sueño
personal de miedo en un sueño de amor, y sustituirás el sufrimiento por
la felicidad. Entonces, como el sol, emitirás luz y amor en todo
momento, sin condiciones. Cuando amas incondicionalmente, tú el ser
humano y tú el Dios estás en sintonía con el Espíritu de la Vida que se
mueve a través de ti. La vida no es más que un sueño, y si creas tu vida
con amor, tu sueño se convierte en una obra de arte.
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