Desde que el espíritu toma este cuerpo
físico comienza a padecer por los deseos de la carne, hasta que el
humano no logre emanciparse y trascender la materia, va a padecer
perdido en ella, el alejarse de lo divino.
Mientras más enredos con lo material más nos alejamos de la dicha del espíritu.
Mientras más distracciones mundanas mas alejados de nuestro real ser estamos.
Comprendiendo esto, es necesario dejar de vivir para alimentar los sentidos, dejando de vivir para estemundo comenzamos a vivir para nuestro real ser (dios en nosotros) y por ende hacemos la voluntad de dios.
Para hacer la voluntad de nuestro ser debemos dejar de hacer la voluntad de nuestra falsa personalidad, fiel vehículo del ego.
Al cesar el enfoque de los sentidos en lo externo, comienza el enfoque hacia lo interno, el ser.
Allí comienza el nacimiento segundo.
Cuando dios se siente reconocido como prioridad, porque éste, su hijo lo sigue fielmente, dios lo libera de la materia entregándole la dicha sin fin del espíritu, torrente de sabiduría y amor.
Cuando éste, su hijo pródigo se libera de la materia, siente descender el espíritu inmaculado de dios que, al entrar por la coronilla, descorre el velo mundano que el humano tiene y su mente se convierte en mente cristo, ésta pasa a estar al servicio del corazón que, conectado a lo divino tiene la sabiduría inefable de todo lo que fue y lo que será, este es un hombre nuevo, un ser divino, esta es la resurrección, para esto hay que dejar de vivir para uno ( la falsa personalidad ) y vivir para dios, esto implica renuncia total, pero renuncia consciente por amor a dios.
Tenemos que dejar de vivir para alimentar los sentidos, dejar de satisfacer nuestros deseos, pasiones, anhelos materiales, hay que renunciar a alimentar al ego en todas sus facetas, pues éste nos aleja de lo divino.
Cuando el humano derriba bibliotecas de teorías que endiosan a la mente (fuimos entrenados para eso desde chicos) y renuncia al orgullo de retención de información de su intelecto, dios lo premia con dicha y libertad suprema.
El humano suele buscar en los placeres del mundo algo que se acerque a la dicha y libertad del espíritu, buscan en el camino corto de los placeres lo que alguna vez buscaron en el espíritu, esa disconformidad inconsciente intenta ser saciada con lo mas fácil, el camino corto.
El camino directo es largo y requiere sumos esfuerzos, es el que nos toca transitar para libertarnos de la materia, para cumplir el objetivo al que todo ser humano vino a este planeta, trascender y evolucionar para hacernos uno con el padre.
cuando volvemos a unirnos con la única ley que nos gobierna en los mundos superiores, la ley del amor, llegamos a la dicha suprema que todo hombre pueda aspirar en la tierra, para eso hay que arrepentirse.
Cuando uno se arrepiente el que sufre es el orgullo propio pero hay que arrastrarse para elevarse, hay que bajar para subir, hay que reconocerse derrotado para ganarse, pues sino el orgullo y el engreimiento propio no muere, mientras me creo grande no dejo ser grande al que verdaderamente lo es, el ser, la verdad en nosotros.
Si reconocemos a nuestro verdadero ser, el inmaculado que llevamos dentro, esa conexión con lo divino digna de toda perfección ,el que no se equivoca, nuestro gurú interno y lo hacemos carne en nosotros, estamos marchando por el camino directo que nos llevará a la liberación final.
Autor: Germán Cáceres, redactor de la gran familia de hermandadblanca.org
Mientras más enredos con lo material más nos alejamos de la dicha del espíritu.
Mientras más distracciones mundanas mas alejados de nuestro real ser estamos.
Comprendiendo esto, es necesario dejar de vivir para alimentar los sentidos, dejando de vivir para estemundo comenzamos a vivir para nuestro real ser (dios en nosotros) y por ende hacemos la voluntad de dios.
Para hacer la voluntad de nuestro ser debemos dejar de hacer la voluntad de nuestra falsa personalidad, fiel vehículo del ego.
Al cesar el enfoque de los sentidos en lo externo, comienza el enfoque hacia lo interno, el ser.
Allí comienza el nacimiento segundo.
Cuando dios se siente reconocido como prioridad, porque éste, su hijo lo sigue fielmente, dios lo libera de la materia entregándole la dicha sin fin del espíritu, torrente de sabiduría y amor.
Cuando éste, su hijo pródigo se libera de la materia, siente descender el espíritu inmaculado de dios que, al entrar por la coronilla, descorre el velo mundano que el humano tiene y su mente se convierte en mente cristo, ésta pasa a estar al servicio del corazón que, conectado a lo divino tiene la sabiduría inefable de todo lo que fue y lo que será, este es un hombre nuevo, un ser divino, esta es la resurrección, para esto hay que dejar de vivir para uno ( la falsa personalidad ) y vivir para dios, esto implica renuncia total, pero renuncia consciente por amor a dios.
Cuando el humano renuncia a su vida por amor a él, su creador lo recompensa con vida eterna
Tenemos que dejar de vivir para alimentar los sentidos, dejar de satisfacer nuestros deseos, pasiones, anhelos materiales, hay que renunciar a alimentar al ego en todas sus facetas, pues éste nos aleja de lo divino.
Cuando el humano derriba bibliotecas de teorías que endiosan a la mente (fuimos entrenados para eso desde chicos) y renuncia al orgullo de retención de información de su intelecto, dios lo premia con dicha y libertad suprema.
El humano suele buscar en los placeres del mundo algo que se acerque a la dicha y libertad del espíritu, buscan en el camino corto de los placeres lo que alguna vez buscaron en el espíritu, esa disconformidad inconsciente intenta ser saciada con lo mas fácil, el camino corto.
El camino directo es largo y requiere sumos esfuerzos, es el que nos toca transitar para libertarnos de la materia, para cumplir el objetivo al que todo ser humano vino a este planeta, trascender y evolucionar para hacernos uno con el padre.
cuando volvemos a unirnos con la única ley que nos gobierna en los mundos superiores, la ley del amor, llegamos a la dicha suprema que todo hombre pueda aspirar en la tierra, para eso hay que arrepentirse.
Cuando uno se arrepiente el que sufre es el orgullo propio pero hay que arrastrarse para elevarse, hay que bajar para subir, hay que reconocerse derrotado para ganarse, pues sino el orgullo y el engreimiento propio no muere, mientras me creo grande no dejo ser grande al que verdaderamente lo es, el ser, la verdad en nosotros.
Si reconocemos a nuestro verdadero ser, el inmaculado que llevamos dentro, esa conexión con lo divino digna de toda perfección ,el que no se equivoca, nuestro gurú interno y lo hacemos carne en nosotros, estamos marchando por el camino directo que nos llevará a la liberación final.
Si supieran la dicha, felicidad, libertad y amor que os espera, dejarían en este momento esos fugaces placeres que a nada llevan.
Autor: Germán Cáceres, redactor de la gran familia de hermandadblanca.org
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