No
te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por
sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío…¡Quiere lo que Dios
quiere para ti! Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades, el
sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de
su Providencia. Poco importa que te consideres un frustrado, si Dios te
considera plenamente realizado a su gusto. Su Plan Divino para Ti, es
perfecto. Despreocúpate, confiando ciegamente en ese Dios que te quiere
para Sí, y que está en ti aunque jamás lo veas.
Piensa
que estás en sus manos, tanto más firmemente agarrado, cuanto más
decaído y triste te encuentres. ¡Vive feliz! Que nada sea capaz de
quitarte tu paz…Conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa,
reflejo de la que el Señor continuamente te dirige. Y
en el fondo de tu alma, coloca, antes que nada, como fuente de energía y
criterio de verdad, todo aquello que te llene de la Paz de Dios.
Recuerda las Promesas de Dios. Por eso, cuando te sientas triste… ¡Sólo Adora y Confía! Dios
nos pone pruebas, éstas son para purificarnos y probarnos a nosotros
mismos de todo lo que somos capaces…como Hijos Benditos de Dios. ¡Así que amemos lo que Dios ha querido hoy para nosotros!
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