En Nueva York un niño de 10 años estaba
parado, descalzo, frente a una tienda de zapatos apuntando a través de
la ventana y temblando de frío. Una señora se acercó al niño y le dijo:
"Mi pequeño amigo ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?".
La respuesta del niño fue: "Le estaba pidiendo a Dios que me diera un
par de zapatos".
La señora lo tomó de la mano y lo llevó adentro de la tienda, le pidió
al empleado que le diera media docena de pares de calcetines para el
niño. Preguntó si podría prestarle una palangana con agua y una toalla.
El empleado rápidamente le trajo lo que pidió. La señora se llevó al
niño a la parte trasera de la tienda, se quitó los guantes, le lavó los
pies al niño y se los secó con la toalla.
Para entonces el empleado llegó con los calcetines, la señora le puso
un par de ellos al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de
los calcetines y se los dió al niño. Ella acarició al niño en la cabeza
y le dijo: "¡No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo
ahora!" Mientras ella daba la vuelta para marcharse, el niño la alcanzó,
la tomó de la mano y mirándola con lágrimas en los ojos le preguntó:
¿Es usted la esposa de Dios?
Anónimo
Esos pequeños detalles hacen una gran diferencia en la VIDA de los demás...anímate y conviértelos en parte de tu diario vivir.
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