viernes, 4 de diciembre de 2015

EL DESPERTAR DEL ESPIRITU

El problema fundamental del ser humano: aislamiento y fricción:

Imaginemos que somos peces que nadamos en un océano, imaginemos también que el océano es un sistema inteligente con corrientes de agua que nos indican el camino natural a seguir, de tal modo que mientras nademos a favor de las corrientes, la vida transcurre de forma armoniosa enseñándonos gradualmente el significado de estar vivos y lo que somos realmente.

Imaginemos ahora que, siendo peces, olvidamos que vivimos en un océano, es decir, dejamos de ver el océano y dejamos de sentir sus corrientes, por lo que en tal condición comenzamos a movernos desconectados y sin rumbo, nadando a veces a favor y otras en contra de los cursos naturales, moviéndonos a menudo con gran esfuerzo y
experimentando sufrimiento sin encontrar explicación.

Esta situación imaginaria no es muy diferente de la que experimenta el ser humano en la actualidad, pues si cambiamos el ‘pez’ por el ‘hombre’, y el ‘océano’ por el ‘espíritu universal’, el escenario es muy similar al del pez que no sabe que está en un océano. Veamos por qué:

Toda la existencia está interconectada mediante un ‘campo consciente’, que equivale a nuestro anterior ‘océano’ y al que llamo el espíritu universal; la toma de consciencia de este campo es importante, porque la causa fundamental de los problemas personales y sociales es: por un lado la falta de percepción de este campo y por otro la fricción con el mismo.

La falta de percepción del campo consciente (o espíritu universal) hace que, debido a la sensación de aislamiento, cada cual se considere independiente del resto de las personas y de la existencia en general.
Esto a su vez genera una serie de patologías asociadas: desconexión con la vida; insatisfacción crónica; miedo al cambio, a lo desconocido, a no tener el control de lo que sucede; etc.

Por otra parte, la fricción (o rozamiento) con el campo da lugar a todo tipo de pensamientos nocivos, emociones negativas recurrentes y posibles enfermedades físicas asociadas con las contracciones del
cuerpo-mente. A modo de ejemplo, algunos pensamientos nocivos son: la creación de situaciones hipotéticas negativas, los juicios y prejuicios, las envidias, los odios, etc.

Es decir, vivimos en un océano de consciencia que, sin embargo, no vemos ni sentimos, lo cual causa dos pensamientos insatisfactorios: "Estamos separados unos de otros" y "estamos desconectados y en conflicto con el resto de la existencia".

Por todo ello, la solución al problema humano es, por un lado, la realización del campo consciente, lo cual hace que podamos percibir el verdadero océano en el que vivimos. Por otro lado, es necesaria  la alineación del cuerpo-mente con el mismo para erradicar los patrones nocivos que nos hacen sufrir sin necesidad. Cuando esto sucede, la vida cobra sentido y la verdadera identidad ilimitada del ser humano
se recupera, de tal forma que el amor verdadero puede expresarse sin estar limitado por traumas, condicionamientos y juicios personales.

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