miércoles, 5 de noviembre de 2014

LEYES HERMETICAS - EL PRINCIPIO DEL RITMO

El Principio del Ritmo dice textualmente: "Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación"
En el Universo todo tiene un movimiento similar al de las olas, de avance y retroceso. Los científicos ya han comprobado este movimiento a través de la evolución de los planetas, las estrellas, los soles, y demás. La vida tiene movimiento pendular y el proceso de nacimiento, crecimiento, desarrollo y muerte se repite incesantemente en todo.
El mismo movimiento que se da en el plano físico, también se da en los planos emocional y mental. Esto quiere decir que tanto nuestro humor como nuestros pensamientos también responden a ese ritmo. Como ejemplo, podemos decir que después de un período de gran tristeza, pesadumbre o dolor, se sucede otro lleno de gran alegría, felicidad y satisfacción. A veces, los cambios de humor se dan en el mismo día; uno se siente optimista y alegre, y al rato, triste y preocupado. El estudiante debe aprender a dominar este movimiento pendular para evitar el arrastre hacia la polaridad no deseada.
El principio está muy relacionado con el anterior: el Principio de Polaridad. En cada punta del péndulo podemos ubicar uno de los polos opuestos y así vemos claramente cómo oscilamos de un extremo al otro.
Raramente llegamos a los extremos totales. Nuestro péndulo oscila en diversos grados y, así, alcanzamos ciertos grados de felicidad o de tristeza. El Kybalión define a este ritmo como compensación. Aunque el movimiento es difícil de medir en números y no sabemos en qué grado se da, podemos determinar en qué fase del movimiento nos encontramos.
Cuando una persona se encuentra en el polo de la tristeza, debe saber que en algún momento la vida lo llevará hacia el polo de la alegría, lo desee o no. Cuanto más profunda sea la primera, mayor será la segunda. El ritmo siempre comienza por el polo negativo. De esto se deduce que la medida del movimiento negativo será igual a la del movimiento positivo.


El Principio del Ritmo nos advierte también que los momentos de felicidad o éxito no son permanentes, tarde o temprano, el péndulo nos llevará a retroceder para luego volver a avanzar. Esto no significa que uno tenga que perder lo que ha logrado, pero es necesario saber que el periodo de crecimiento o de dicha no es constante. Entonces, debemos prepararnos tomando la mayor ventaja posible de los buenos momentos, hasta que aprendamos a manejar el Principio del Ritmo a voluntad. Por ejemplo, si estoy viviendo un momento de crecimiento económico, tendré que aprovechar para ahorrar parte de ese dinero.
Existen casos en que las personas parecen haberse quedado estancadas en uno de los extremos del péndulo; se dice que esas personas se han "polarizado". La mayoría tiende a estancarse en los polos negativos: pobreza, soledad, enfermedad, y demás. Utilizando ciertas técnicas metafísicas, la persona puede llegar a despolarizarse y mejorar su vida. Para entender mejor este concepto, puedes comparar el proceso de despolarización al de nadar en el mar. Cuando se nada en contra del movimiento de las olas se requiere mucho más esfuerzo y, a veces, ni siquiera así se puede regresar a la costa. Sin embargo, cuando aprovechamos el empuje de una ola y nadamos en la misma dirección, avanzamos con más rapidez y menor esfuerzo


El estudio del Principio del Ritmo nos permite sintonizarnos con nuestro propio movimiento pendular para aprovechar los momentos de avance. Pero, con el tiempo, el metafísico aprende a escapar completamente a este movimiento pendular. Para lograrlo, busca situarse arriba del péndulo, donde no hay movimiento de arrastre.
De acuerdo con lo que hemos estudiado anteriormente, sabemos que contamos con: Espíritu, Alma y Cuerpo.
El Espíritu se corresponde con la Mente Consciente. Gracias a la acción de nuestro Espíritu tomamos decisiones y nos movemos en cierta dirección; aquí se localiza nuestra "voluntad".
El Alma se corresponde con la Mente Inconsciente, es el gran archivo donde almacenamos todas las experiencias vividas. El Alma es la fiel servidora del Espíritu y ejecutará aquello que elija.
Finalmente, el Cuerpo se corresponde con nuestro cuerpo físico, vehículo necesario para vivir las experiencias en este plano.
Si ordenamos estos niveles de existencia de arriba abajo (Espíritu, Alma y Cuerpo) y ubicamos el eje del péndulo en la parte superior, podemos deducir que lo que más sufre el embate de su movimiento es el cuerpo físico, ya que le toca el recorrido más amplio del péndulo. Le sigue el mundo emocional o el terreno del Alma y, finalmente, el plano del Espíritu, donde las situaciones no cambian, aquí el movimiento pendular es muy leve o inexistente. Por lo tanto, en la medida en que ascendemos a planos superiores, el embate del péndulo se reduce hasta que desaparece. Esto se logra cuando ingresamos plenamente en el plano del Espíritu, el plano del eterno presente y la dicha constante.
Uno de los instrumentos más eficaces para acceder al plano del Espíritu es la práctica de la "Meditación". Cuando se entra en meditación, se permanece en un estado sin tiempo, donde las presiones de la vida cotidiana y las de nuestro propio ego desaparecen. Hay muchas maneras de meditar. Cada alumno deberá buscar la manera que le resulte más adecuada a su temperamento.
Básicamente, meditar significa concentrar la mente en un solo pensamiento, que puede ser una palabra determinada (amor, justicia, paz), algún sonido de la naturaleza (el canto de los pájaros, la lluvia, el viento), alguna música o la repetición de un mantra ("Ohm"). Cuando uno realiza una actividad concentrándose totalmente en la misma, se encuentra meditando. Esta actividad puede ser tanto pasiva (por ejemplo: leer un libro o contemplar la naturaleza) como activa (por ejemplo: la práctica de un deporte o el trabajo de jardinería).
En mi experiencia personal, gracias a la meditación superé muy rápidamente la última crisis afectiva que tuve que atravesar. Cada día, practicaba tres o cuatro veces un ejercicio de meditación en el cual se debe repetir en voz alta y en forma contínua el sonido "Ohm". Cada vez que me sentía angustiado por lo sucedido, comenzaba a repetir "Ohm" por lo menos durante quince minutos, y esa repetición me hacía entrar en un estado que disolvía toda angustia o frustración. El sonido "Ohm" me llevaba a entrar en contacto con mi propio Espíritu y a sentir su paz. Lo que en otro momento de mi vida me hubiera tomado meses poder superar, me llevó sólo una semana. Gracias a este ejercicio, pude disolver el movimiento pendular emocional y recuperar mi equilibrio personal rápidamente.
En el Universo, todo tiene su propio ritmo: las actividades, los trabajos, las relaciones y demás. Cuando uno aprende a fluir con ese ritmo no sufre. Por ejemplo, hay negocios que funcionan más en verano que en invierno; hay mercaderías que son más requeridas en ciertas épocas del año que en otras; hay actividades que se incrementan hacia fin de año, como las ventas de Navidad.
Las relaciones humanas también tienen su ritmo y cumplen ciclos. Si una persona cree que ya ha encontrado el ritmo de su vida y que todo estará bien, tarde o temprano se decepcionará porque se encontrará sumida en alguna crisis o problema. Esto no es un mal augurio sino que, por el contrario, implica reconocer que la vida tiene este movimiento pendular. En el caso de una pareja, las crisis son peores cuando este movimiento no se da en sincronía. Uno de ellos puede estar viviendo un momento de crecimiento y el otro no.
En principio, el estudiante deberá aprender a fluir con el péndulo para luego mantenerse en el punto que desee sin dejarse arrastrar por el movimiento negativo.
La naturaleza nos recuerda este movimiento rítmico de muchas maneras: el ritmo de nuestro corazón, la respiración, las olas del mar, las mareas, el cambio de estaciones, el día y la noche. El cuerpo femenino también responde a un ciclo determinado y por eso se dice que la mujer percibe intuitivamente los ciclos de la vida.

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