jueves, 4 de septiembre de 2014

EL TALENTO

Todos tenemos un talento para algo.
Es cuestión de saber mirarnos y descubrirlo.
Algunos se acostumbraron a dejar a los demás, que sean los que digan, cuál es su talento.
Esos mismos son los que se limitaron por escuchar lo que dicen los demás.
Si les dijeron que no son buenos para las matemáticas, se etiquetaron y así quedaron.
Si les dijeron que son tímidos, así siguen siendo.
Al hablar de talentos para los que somos cristianos podemos recordar quizás la parábola de los talentos.
Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad.
Así es cada uno nació con algún talento.
Algunos tienen un talento especial para expresarse oralmente, otros para expresar sus sentimientos, otros para los negocios, para el arte, para la música, podríamos estar horas nombrando talentos.
Es cuestión de pensar que hacemos con ese talento.
Somos como aquel que tiene muchos talentos y cada día los multiplica.
O aquel que no nació con tantos talentos pero cada día multiplica lo que tiene ocupándose de la forma de lograr aquello con lo que no nació naturalmente.
Esperemos que no seamos como aquel que escondió el talento que se le dio.
Cada talento es al mismo tiempo una misión que debemos cumplir.
A nadie nos hace falta el don de la caridad, del amor, pongamos en toda acción que tengamos que realizar.
No es cuestión de dar dinero también se puede dar tiempo, comprensión, aprendizajes. 
Los talentos son también las cualidades que tenemos cada uno.
Las posibilidades reales de cada individuo.
Hay personas que tienen gran influencia sobre los demás, otras son muy serviciales, otras, en cambio, son capaces de entregarse con heroísmo al cuidado de personas enfermas, los hay con una profesión, con un trabajo, con unos estudios, con una responsabilidad concreta en la sociedad...
Hagamos el bien, aunque sea pequeño, y nos parezca que no hacemos nada.
No nos dejemos atrapar por la pereza, la dejadez, la falta de interés.
Que cada día hagamos algo, nos brindemos y nos superemos del día anterior.
Que no olvidemos lo fugaz y temporal de esta vida.
Que multipliquemos el amor a los demás, enriqueciendo nuestras vidas.
Sin dejarnos atrapar por el camino fácil de la comodidad o la ley del menor esfuerzo.
Que tengamos la gracia de saber reconocer y multiplicar los talentos recibidos.
En la vida la actitud lo es todo.
Mientras uno dice “me conformo con lo mínimo” el otro dice “aspiro al máximo”; mientras uno esconde sus talentos el otro tiene unas ganas irrefrenables de mostrarlos al mundo, de nutrirlos y de dar cada día el 100% de sus posibilidades; uno no aprovecha a nadie, el otro aprovecha a todos.
El mundo necesita más inconformistas, más soñadores, más luchadores con la piel dura y la voluntad inquebrantable.
¿Y tú cómo eres?

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