lunes, 8 de septiembre de 2014

EL QUE SUBE...BAJA

Nos pasamos casi toda nuestra vida, y otras muchas vidas, intentando acceder a la cumbre de la montaña más alta: el Paraíso.
En ello dejamos nuestro esfuerzo, salud, tiempo, energías, y damos vueltas y más vueltas siguiendo las señales dejadas en la piedra por otros que han subido antes que nosotros, y casi siempre nos perdemos. Porque nunca sabremos si ellos han acertado o ni tan siquiera si llegaron.
Y cuando conseguimos llegar...vemos con asombro que delante tuyo hay otra montaña mucho más grande, y para escalarla hay que volver a bajar la que has subido y por el lado opuesto. Y vuelta a subir...otra montaña...otro reto...
¿Por qué subir montañas como cabras locas, y no dejarse mecer, por el Océano de la Vida, y fluir con sus aguas, flotando sobre ellas recibiendo los rayos del Sol o buceando en sus oscuras aguas llenas de Vida?
El que sube...tiene que bajar.
El que flota, nada en las aguas, siempre avanza, hacia delante, hacia el infinito.
Compartiendo en Plenitud

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