Si quieres que las personas te traten mejor y que tu vida sea más ligera, fluida y amorosa, cambia primero tú. Obsérvate atentamente desde que te levantas hasta que te acuestas. ¿Cuál es tu primer pensamiento del día? “Uff, otra vez tengo que ir a trabajar… ¿Por qué no me tocó ser una persona diferente?”. O más bien dices: “Soy una persona valiosa y por lo tanto merezco tener un hermoso día por delante. ¡Gracias, vida, por esta nueva oportunidad!”. Cuando vas al trabajo, ¿qué comunican tus palabras, tu tono de voz, tus gestos, tu postura? ¿Hablas áspera o amablemente? ¿Caminas con gracia, o con dificultad? ¿Te sientas erguido o encorvado? ¿Tus comentarios son alentadores o puras quejas? Esto sin duda repercute en cómo te ven y, por lo tanto, te tratan los demás. No caigas en el círculo vicioso de la negatividad. Muestra valor, confianza y gratitud a cada paso, en tu trato con los demás. Observa tus pensamientos negativos, pero sin caer en sus redes: ¡acéptalos y luego déjalos ir, sabiendo que tú eres más fuerte!
Feliz día!
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