Un corazón libre es la mejor compañía para un alma en paz. Un corazón libre es aquel que no se aferra a su propio modo de hacer las cosas, que no se impacienta cuando las cosas no suceden como quiere.
Un corazón libre sabrá seguramente gozar de los consuelos espirituales pero no depende de ellos; y aceptará, al máximo de su capacidad, los problemas que se le presenten en lugar de los consuelos.
Un corazón libre no se ata tanto a planes y modos de orar, como para que cualquier cambio lo turbe y le cause ansiedad. Un corazón
libre no se apega a lo que él puede controlar.
Un corazón libre ruega a Dios que su nombre sea santificado, que venga Su Reino, que se haga Su Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Porque si el nombre de Dios es santificado, si viene a nosotros Su Reino, si se hace Su Voluntad, un espíritu libre no necesita interesarse por ninguna otra cosa.
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