miércoles, 10 de noviembre de 2010

NUESTRAS PALABRAS Y ACCIONES SON EL ESPEJO DEL ALMA

 Hablamos de alimento para la mente.
De la misma forma que alimentamos a nuestro cuerpo
diariamente para que pueda mantenerse sano y fuerte,
lo mismo se aplica a la mente.
La gente hoy en día pone más atención a tener una dieta sana y equilibrada, pero
¿cuántos de ellos ponen la misma atención al alimento de la mente,
es decir, a la cualidad de sus pensamientos?
Hay dos factores que influyen en nuestra forma de pensar:

1º. Todas las influencias externas en nuestra vida diaria, por ejemplo, la gente con la que entramos en contacto, situaciones que debemos afrontar, todo tipo de noticias de la prensa, objetos materiales, etc. Dependiendo del interés o la intención que les demos, de acuerdo a ello es su influencia en nuestra mente.
2º. Impresiones de nuestro subconsciente; estas impresiones pueden ser positivas o negativas, las últimas son a menudo debidas a profundos hábitos causados por el acontecimientos del pasado, todo lo que está profundamente alojado en el ser.

Con atención y algunas disciplinas, las influencias externas
y mis reacciones hacia ellas se pueden cambiar.
Por ejemplo, veo que me estoy enfadando debido a lo que
alguien me está diciendo y esto está creando
pensamientos negativos en mi mente,
así que poniendo atención en mí mismo pongo un freno,
un punto final para parar la expansión o reacción innecesaria.
 
Sin embargo, la influencia de los hábitos fuertes o del pasado,
profundamente enraizados en la conciencia del ser,
son más difícil de detectar y, por tanto,
más difíciles de revisar y controlar.
Pero, sea la influencia del exterior o del interior o de ambos,
la respuesta es la misma.
En algún lugar en mi interior tengo que tener la capacidad
o el poder para filtrar o analizar los patrones
o tipos de pensamientos creados
de manera que mis palabras y acciones puedan ser
positivas y de beneficio para mí y para los demás.

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