Había una vez un joven buscador de la verdad, el iba de un libro a otro, buscando y buscando, un día, según el, se dio cuenta de que lo que buscaba no estaba donde él pensaba y salió en su búsqueda, recorrió país tras país, pero no lo encontraba, un día le dijeron que lo que andaba buscando estaba oculto en lo alto de una montaña muy alta y fría, pero eso a él no le importo, arreglo sus cosas y se fue a buscar. Pasaron unos días y por fin llego a la montaña, era tan grande, tan desolada y fría, pero eso no lo limitó, siguió y siguió, pronto empezó a subir y a subir por la montaña, un día muy temprano muy cansado decidió seguir por un camino y para su sorpresa en el encontró a un anciano, ambos se quedaron viendo el uno al otro, como escrutando sus pensamientos, por fin el anciano le dijo, hijo que buscas por estos parajes, el joven que ya no era tan joven o por lo menos así lo parecía, le dijo ando en busca de la verdad, el anciano lo miro y le dijo, pero hijo y porque has venido hasta aquí, como así le dijo el joven, si así es, no ves que lo que buscas siempre ha estado contigo, en donde tu estas, allí está la verdad, no entiendo dijo el joven, busca en tu interior, en tus pensamientos, aquieta tu mente y permite que la Voz te guie, eso es todo y empezó a caminar muy rápidamente y desapareció. El joven se quedó pensativo por un momento y por fin se dio cuenta del significado de aquellas palabras, regreso a su casa tomo aquel libro azul que le habían obsequiado, lo miro, lo abrió justamente en donde dice, Dios va conmigo, donde quiera que yo voy. L41LE.
No esperes más amigo, emprende el camino que no recorre nada, pero que te lleva devuelta al Hogar.
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