Las
tareas domésticas pueden resultar sencillas, divertidas y ayudar a
encontrar la armonía y serenidad interior. ¿No lo cree? Un monje budista
japonés explica cómo aplicar las técnicas de limpieza de los templos en
nuestro hogar
“Qué
le parecería hacer la limpieza de casa como la hacen los monjes
budistas? No es difícil, al contrario, es muy divertido. Si quiere
purificar su alma sin moverte de casa, puede hacerlo transformando las
tareas del hogar en un ejercicio espiritual”, señala el monje budista
japonés Keisuke Matsumoto.
“La
jornada de un monje comienza con la limpieza. Se barre el interior del
templo, el jardín, y se friega el suelo de la sala principal. No
limpiamos porque esté sucio o desordenado sino para librar al espíritu
de cualquier sombra que lo nuble”, según el religioso, autor del “Manual
de limpieza de un monje budista”.
“¿No
se cuenta acaso que uno de los discípulos de Buda encontró el nirvana o
liberación del sufrimiento, mientras estaba barriendo?”, recuerda este
monje del templo Komyoji (www.koumyouji.com) de Tokio.
Para
aplicar y aprovechar los consejos prácticas y las reflexiones
filosóficas y espirituales de Matsumoto, no hace falta llegar a tanto.
Tampoco es necesario ser oriental, ni budista, ni retirarse a un
monasterio zen, sino estar predispuesto a redescubrir la vida con una
nueva mirada y efectuar, bajo una actitud diferente, una de las tareas
humanas más universales: la higiene doméstica.
De hecho el propio Matsumoto, licenciado en
Filosofía por la Universidad de Tokio y con un máster en administración
de negocios, introdujo la mentalidad empresarial en el universo budista
al sostener que “la gestión de un templo es análoga a la de una empresa.
La única diferencia es que el objetivo no es la ganancia, sino la
felicidad de sus fieles”. El monje también lleva el blog del templo y su
página de Facebook recibe miles de visitas.
“Si limpiamos y ordenamos nuestra casa
nosotros mismos, nuestra mente se concentra en el presente, y en vivir
el ‘aquí ahora’, una de las llaves de la felicidad y éxito en la vida y
el trabajo”, explica a Efe, el japonés Keisuke Matsumoto.
Para el religioso nuestro ambiente refleja
nuestra mente y, donde existe desorden, no hay serenidad. “Si una
persona puede llegar a ser verdaderamente feliz, incluso en un entorno
desordenado, entonces debe ser Buda, es decir ‘un despierto’”, bromea.
Para la limpieza doméstica, según Matsumoto,
no hace falta volver al siglo anterior, y “puesto que vivimos en el
siglo XXI, podemos utilizar una aspiradora, no obstante, cualquiera que
sea la herramienta o método que elijamos, lo que importa es mantener la
actitud de no postergar lo que debería hacerse hoy”, explicó
CON LA ESCOBA, ATENTOS AL ‘AQUI Y AHORA’
“En esta sociedad moderna, el progreso
conduce al mundo industrializado que, a su vez, nos impulsa a dejar de
lado las tareas manuales. No niego el progreso en sí mismo, que también
tiene sus beneficios, pero en medio del progreso tenemos que ser
conscientes de nuestro estado mental”, añade.
Según este monje, “los seres humanos tienden
orgánicamente a pensar y actuar con la mente centrada en sí mismos,
pero esa mente egoísta no les hace felices. Por otra parte, muchas
personas están fuertemente conectadas con el mundo materialista y eso
les distrae de pensar en lo que es más importante para ellos, y se
olvidan de hacerlo”.
“En ese sentido, efectuar la limpieza de la
casa, o del templo en el caso de los monjes budistas, es una práctica
diaria que ayuda a cultivar la mente, e incluso algo tan monótono como
barrer el jardín con una escoba, logra revitalizarnos”, según Matsumoto.
¿Cómo podemos motivarnos cuando no nos gusta la limpieza de la casa o nos da pereza realizar las tareas domésticas?, le preguntamos al monje.
“Supongamos que usted es una persona muy
ocupada pero, ¿se ocupa de lo que es realmente importante en su vida? No
se convierta en un esclavo de la eficiencia. Observe su entorno más
cercano en lugar del futuro o el pasado”, señala Matsumoto, para quien
todo lo necesario para ser feliz “ya está aquí”.
“Supongamos que no nos gusta el trabajo de la
casa y pagamos a otras personas para limpiarla. Esto no está
necesariamente mal. Hagamos lo que hagamos, será bueno, siempre y cuando
vivamos en el momento presente”, añade.
En todo caso, según Matsumoto hay que tener
presente que el ambiente de la casa es uno de los factores fundamentales
que afectan directamente al estado de ánimo y hay que reflexionar si,
mientras otra persona contratada limpia nuestro hogar, nos dedicamos a
hacer algo más valioso que la limpieza doméstica o si mantenemos nuestra
mente en calma, sin divagar hacia los problemas cotidianos.
“En el budismo, no existe una división entre
uno mismo y los demás. Consideramos que todas las cosas y seres son
interdependientes unos de otros”, destaca Matsumoto.
“Así, el ambiente que nos rodea está
conectado con nosotros y refleja nuestra mente: cuando ese entorno es
desordenado, nuestra mente también. Si mantenemos hermosa nuestra casa,
nuestra mente estará muy clara y tranquila”, añade.
“Darse cuenta de que todo es
interdependiente, es la lección espiritual primordial que puede
extraerse de la realización de la limpieza doméstica”, explica a Efe.
DECÁLOGO DE LA LIMPIEZA CONSCIENTE
No hay que dedicar mucho tiempo, ni hacer
grandes esfuerzos para limpiar y ordenar, pero hay que cultivar el
hábito de hacerlo cada día, señala Keisuke Matsumoto, quien brinda un
decálogo de recomendaciones y claves para encontrar la armonía y la
serenidad, realizando las tareas domésticas de forma atenta, y
eliminando las impurezas que nublan nuestra alma:
1.- Quienes no cuidan los objetos, tampoco
cuidan de las personas. Cualquier objeto ha sido creado con esfuerzo y
dedicación. Cuando limpiemos o pongamos orden, debemos tratar las cosas
con cuidado.
2.- Tengamos gratitud hacia las cosas que
nos han sido útiles y, cuando realmente no las necesitemos, hagámoslas
resplandecer con una nueva luz dándoselas a quien pueda hacer buen uso
de ellas.
3.- La limpieza debe hacerse a primera hora
de la mañana. Si empezamos en silencio, rodeados por la calma, cuando la
vegetación y las personas de alrededor aún duermen, nuestro corazón se
sentirá en paz y nuestra mente despejada.
4.- Por la noche, antes de irnos a dormir,
debemos recoger, guardar y ordenar las cosas que hemos utilizado y
desordenado durante el día, para dejarlas tal y como estaban, y
facilitar la limpieza al día siguiente.
5.- Puede que al principio nos cueste, pero
si conseguimos limpiar por la mañana y ordenar por la noche, notaremos
como nuestro espíritu y cuerpo se mantienen despejados a lo largo del
día y podremos disfrutar de una espléndida jornada.
6.- Antes de limpiar, hay que abrir las
ventanas y ventilar para purificar el aire. Sentir en la piel la
frescura del aire que entra, hace que uno se sienta más despierto y puro
y, si llenamos con éste los pulmones, las ganas de limpiar surgen de
forma natural.
7.- El aire que entra es templado y
agradable en primavera y otoño, bochornoso en verano y gélido en
invierno, pero sentir su benevolencia y su dureza en nuestra piel nos
pone en contacto con nuestra fragilidad humana, la Naturaleza y la
fuerza de la vida.
8.- Para respetar la vida, evitando que
proliferen los insectos y tener que matarlos innecesariamente, debemos
recoger después de las comidas, tirar la basura orgánica, evitar que se
acumule el agua en sitios y recipientes y podar bien la vegetación.
9.-
En vez de arrepentirnos del pasado o preocuparnos por el futuro,
debemos vivir plenamente el ahora y esforzarnos por no arrepentirnos
mañana. Aplicado a purificar el espíritu mediante la limpieza sería: “no
dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
10.-
Repartir y rotar la limpieza ente todos los miembros de la familia
ayuda a valorar lo que los demás hacen por nosotros. Comprender que
nuestras existencias dependen unas de otras nos ayuda a trabajar en
equipo y a hacer las cosas pensando en los otros.
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