Yo era supervisor de los entrenamientos que se realizaban en una escuela y un día viví una experiencia muy instructiva.
Me senté en un lugar vacío en el fondo de la sala y presencié la clase. Todos los alumnos estaban realizando una tarea, llenando una hoja del cuaderno con ideas y pensamientos. Una alumna de diez años que estaba cerca de mí, estaba escribiendo en la hoja las frases
“no puedo” “no puedo”...
“No puedo” embocar la pelota en el aro
“No puedo” hacer divisiones largas con más de tres cifras.
Caminé por la sala y noté que todos estaban escribiendo lo que no podían hacer. A esta altura la actividad despertaba mi curiosidad y decidí fijarme lo que sucedía con la Profesora., entonces me di cuenta que también estaba escribiendo una lista de “no puedo”.
Frustrado en mis esfuerzos por determinar por qué los alumnos estaban trabajando negativamente, en vez de escribir frases positivas, volví a mi lugar y continué mis observaciones.
Los estudiantes escribieron por más de diez minutos, la mayoría llenó su página. Algunos comenzaron otra. Después de algún tiempo, los alumnos doblaron las hojas al medio y las colocaron en una caja de zapatos vacía, que estaba sobre la mesa de la Profesora.
Luego la Profesora también colocó la suya, cerró la caja y salió por la puerta del pasillo con la caja debajo del brazo. Los alumnos la siguieron y yo los seguí a ellos.
Enseguida la Profesora entró en la sala del Director y salió con una pala, después fue al patio de la escuela llevando a los alumnos a la parte más lejana del parque. Allí comenzaron a cavar y a enterrar la caja rápidamente , cubriéndola de tierra.
Treinta y un niños entre 10 y 11 años permanecieron de pié en torno a la sepultura recién cavada. La Profesora entonces tomó la palabra : “Alumnos estamos aquí reunidos para honrar la memoria del “no puedo”. Mientras estuvo con nosotros aquí en la tierra, el tocó la vida de todos nosotros, de algunos más que de otros. Su nombre infelizmente fue mencionado en cada institución pública (escuelas, municipalidades, asambleas legislativas y hasta en la Casa de Gobierno. Conseguimos un lugar para su descanso final y una lápida que contiene su epitafio: [el vive en la memoria de sus hermanas y hermanos, yo puedo, yo voy y yo venceré]
Que “ no puedo” descanse en paz y que todos los presentes puedan retomar sus vidas y salir adelante”
Al escuchar las oraciones, entendí que aquellos alumnos jamás olvidarían la lección. La actividad era simbólica, una metáfora de la vida el”no puedo” estaba enterrado para siempre.
Después la sabia Profesora llevó a los alumnos a la clase y organizó una fiesta. Como parte de la celebración, la Profesora recortó una lápida grande, de papel y escribió las palabras “ no puedo” al principio, “descansa en paz” en el centro y debajo colocó la fecha.
La lápida de papel quedó colgada en el aula durante el resto del año. En las raras ocasiones en que un alumno se olvidaba y decía: “no puedo” la Profesora simplemente apuntaba al cartel “descansa en paz”. El alumno entonces, se acordaba que “no puedo” estaba muerto.
Yo no era su alumno, pero aún así aquel día aprendí una lección muy importante: Ahora años después, siempre que oigo la frase “no puedo” veo imágenes de aquel funeral. Haga lo mismo usted también.
Excluya de su vida el “no puedo”, “no consigo”, “no soy capaz”, “nunca venceré”.
Anímese, luche y verá que usted todo lo puede en Aquél que lo fortalece. Que Dios lo bendiga abundantemente.
anonimo
Me senté en un lugar vacío en el fondo de la sala y presencié la clase. Todos los alumnos estaban realizando una tarea, llenando una hoja del cuaderno con ideas y pensamientos. Una alumna de diez años que estaba cerca de mí, estaba escribiendo en la hoja las frases
“no puedo” “no puedo”...
“No puedo” embocar la pelota en el aro
“No puedo” hacer divisiones largas con más de tres cifras.
Caminé por la sala y noté que todos estaban escribiendo lo que no podían hacer. A esta altura la actividad despertaba mi curiosidad y decidí fijarme lo que sucedía con la Profesora., entonces me di cuenta que también estaba escribiendo una lista de “no puedo”.
Frustrado en mis esfuerzos por determinar por qué los alumnos estaban trabajando negativamente, en vez de escribir frases positivas, volví a mi lugar y continué mis observaciones.
Los estudiantes escribieron por más de diez minutos, la mayoría llenó su página. Algunos comenzaron otra. Después de algún tiempo, los alumnos doblaron las hojas al medio y las colocaron en una caja de zapatos vacía, que estaba sobre la mesa de la Profesora.
Luego la Profesora también colocó la suya, cerró la caja y salió por la puerta del pasillo con la caja debajo del brazo. Los alumnos la siguieron y yo los seguí a ellos.
Enseguida la Profesora entró en la sala del Director y salió con una pala, después fue al patio de la escuela llevando a los alumnos a la parte más lejana del parque. Allí comenzaron a cavar y a enterrar la caja rápidamente , cubriéndola de tierra.
Treinta y un niños entre 10 y 11 años permanecieron de pié en torno a la sepultura recién cavada. La Profesora entonces tomó la palabra : “Alumnos estamos aquí reunidos para honrar la memoria del “no puedo”. Mientras estuvo con nosotros aquí en la tierra, el tocó la vida de todos nosotros, de algunos más que de otros. Su nombre infelizmente fue mencionado en cada institución pública (escuelas, municipalidades, asambleas legislativas y hasta en la Casa de Gobierno. Conseguimos un lugar para su descanso final y una lápida que contiene su epitafio: [el vive en la memoria de sus hermanas y hermanos, yo puedo, yo voy y yo venceré]
Que “ no puedo” descanse en paz y que todos los presentes puedan retomar sus vidas y salir adelante”
Al escuchar las oraciones, entendí que aquellos alumnos jamás olvidarían la lección. La actividad era simbólica, una metáfora de la vida el”no puedo” estaba enterrado para siempre.
Después la sabia Profesora llevó a los alumnos a la clase y organizó una fiesta. Como parte de la celebración, la Profesora recortó una lápida grande, de papel y escribió las palabras “ no puedo” al principio, “descansa en paz” en el centro y debajo colocó la fecha.
La lápida de papel quedó colgada en el aula durante el resto del año. En las raras ocasiones en que un alumno se olvidaba y decía: “no puedo” la Profesora simplemente apuntaba al cartel “descansa en paz”. El alumno entonces, se acordaba que “no puedo” estaba muerto.
Yo no era su alumno, pero aún así aquel día aprendí una lección muy importante: Ahora años después, siempre que oigo la frase “no puedo” veo imágenes de aquel funeral. Haga lo mismo usted también.
Excluya de su vida el “no puedo”, “no consigo”, “no soy capaz”, “nunca venceré”.
Anímese, luche y verá que usted todo lo puede en Aquél que lo fortalece. Que Dios lo bendiga abundantemente.
anonimo
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