miércoles, 17 de diciembre de 2014

VALENTÍA


Al principio no hay diferencia entre la persona valiente y la cobarde. Las dos tienen miedo. La diferencia es, que la cobarde escucha sus miedos y se guí­a por ellos, mientras que la persona valiente los deja a un lado y sigue hacia delante. Los miedos están ahí­, Allí los conoce, pero la persona valiente avanza hacia lo desconocido a pesar de todos los miedos. Valentí­a no significa ausencia de miedo, sino avanzar hacia lo desconocido a pesar de todos los miedos.
Cuando te mueves en un mar desconocido, como hizo Colón, hay miedo, un miedo inmenso, porque uno nunca sabe lo que va a ocurrir y estás abandonando la seguridad de la orilla. Estabas perfectamente bien, por un lado, solo echabas de menos una cosa – la aventura. Viajar hacia lo desconocido es excitante. El corazón comienza a palpitar de nuevo; estás vivo, totalmente vivo. Cada fibra de tu ser está viva porque tú has aceptado el reto de lo desconocido.
Aceptar el reto a lo desconocido requiere valentí­a. Los miedos están ahí­, pero si sigues adelante aceptando el reto una y otra vez, poco a poco estos miedos desaparecerán. La alegrí­a que te trae lo desconocido, el éxtasis que se produce ante lo desconocido, te hace suficientemente fuerte, te da una cierta integridad, hace tu inteligencia más aguda. Comienzas a sentir que la vida no es aburrida.
La vida es una aventura. Poco a poco los miedos desaparecen y tu continúas buscando y explorando muevas aventuras.
Valentí­a es arriesgar lo conocido a costa de lo desconocido,lo familiar por lo no familiar, la comodidad por la incomodidad del duro peregrinaje hacia un destino desconocido. Uno nunca sabe si sera capaz de llegar o no. Es un riesgo, pero solo los que se arriesgan saben qué es vivir.

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