martes, 2 de diciembre de 2014

HIPÓCRATES YA DECIA QUE EL ENFERMO DEBE PARTICIPAR DE SU CURACIÓN


"La fuerza que se encuentra en cada uno de nosotros es nuestro mejor médico",- decía Hipócrates- el padre de la medicina griega hace 2.500 años. Aseguraba que era incapaz de tratar a las personas que no habían decidido curarse.
Hipócrates propuso que había que estudiar no solo la enfermedad sino al propio paciente. Para ello analizaba su entorno, sus costumbres y los antecedentes familiares. El germen de lo que ahora llamamos historias clínicas, algo que supuso un giro radical. Además pensaba que era la Naturaleza la responsable de la curación, y que el médico solo podía intentar ayudar, facilitar la evolución natural de los pacientes.
Participar en cualquier proceso de enfermedad o dolor que altere nuestra salud es fundamental, se trata de ser conscientes y observar qué le está pasando a nuestro cuerpo o a nuestra mente. ¿Lo hacemos? La inmensa mayoría no, ponemos nuestra salud inmediatamente en manos del médico haciéndole responsable único de nuestras dolencias en lugar de observar qué nos está pasando y colaborar con él.
Casi nadie percibe su propio cuerpo o su mente y se pregunta qué puede hacer en un proceso de enfermedad o dolor. No nos implicamos, es más fácil entregar a otro todo nuestro poder, toda nuestra fuerza y toda nuestra sabiduría interna.
Hipócrates y los que se han llamado médicos hipocráticos, tenían poco conocimiento de la función del cuerpo humano, sano o enfermo. Sin embargo, su obra significa un enorme salto hacia delante. Sobre todo, Hipócrates rechaza las causas sobrenaturales de las enfermedades y busca explicaciones lógicas y naturales a través de la observación y manteniendo un seguimiento y un registro del estudio de los casos donde anotaba regularmente y de manera precisa muchos síntomas, incluyendo la complexión, el pulso, la fiebre, el dolor, los movimientos y la excreción.
Con respecto al encéfalo, los médicos hipocráticos consideraban que era el centro de control del cuerpo y en el “Corpus Hippocraticum” hay uno de los párrafos más hermosos sobre el funcionamiento de este órgano
“Los hombres deben saber que del cerebro y solo de él vienen las alegrías, las delicias, el placer, la risa y también, el sufrimiento, el dolor y los lamentos. 
Y por él, adquirimos sabiduría y conocimiento, y vemos y oímos y sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo que es dulce y lo que es amargo. Y por el mismo órgano nos volvemos locos y deliramos y el miedo y los terrores nos asaltan. 
Es el máximo poder en el hombre. 
Es nuestro intérprete de aquellas cosas que están en el aire”

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