jueves, 16 de agosto de 2012

EL CORAJE

El coraje no es la ausencia de temor, sino más bien considerar que aquello que deseamos alcanzar es mucho más importante que el temor que sentimos .Y de eso se trata el amor.
De soltar los miedos y dejarlos ir para dar paso a todo aquello que anhelamos en la vida. Y para ir en busca de aquello que amamos es necesario estar abiertos a los cambios. La vida es una eterna elección y los deseos más profundos que residen en nuestro corazón, están allí para ser realizados.

Siempre se corre riesgos, pero es parte de esta historia que se llama VIDA. No podemos evitar las penas o el dolor, si podemos evitar quedarnos atados a una pena.
Dolor es no haberlo intentado, la pena es no haber dejado todo lo que teníamos para dar en ese amor que profesamos. Cuando amas verdaderamente a alguien puedes navegar lejos de tu puerto sin mirar lo que has dejado atrás porque lo que te espera allí adelante, es lo que te hará feliz y es lo que has elegido. Por el cual estás dispuesto a jugarte, pero hay que amar profundamente para darse por entero .Y cuando uno ama, se ama a la vida y esa vida se expresa en cada sonrisa que nos regalan, en la calidez que nos brindan esos brazos en un abrazo profundo.
No importa cuánto caminamos por la VIDA, importa si al caminar dejamos huellas profundas de amor en el otro. Jugarse por aquello que amamos nos dignifica la vida, el amor nos dignifica, el amor nos hace íntegros y que lindo es sentirse vulnerable cuando uno ama, porque entonces quiere decir que soltaste tus velas y te entregaste en cuerpo y alma, te despojaste de tus miedos y abrazaste al amor.
Cuando amas entonces ríes, entonces anhelas, abrazas a la vida, también lloras, lloras ausencias, lloras caricias, lloran tus necesidades, necesidad de ver, de sentir, de estar con el otro. Se llora amor porque el amor lo abarca todo, aún el dolor más profundo encierra en sí un amor muy profundo.
No duele lo que se pierde si antes no lo has amado. De eso se trata la vida, de vivir en plenitud cada sentir, de no ser meros espectadores sino de ser protagonistas de aquello que hemos elegido amar. Y se corren riesgos, pero vale la pena haberlos corrido si al mirar atrás ves dos pares de huellas que hicieron camino al andar, y sentirás plenitud al saber que has amado y te han amado...

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