De acuerdo con el Instituto del Juego en
Estados Unidos, algunas ventajas y beneficios que los especialistas
resaltan del juego activo en la niñez y juventud son:
1.
Conexión
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alegría, risas y diversión con los demás promueve la unión de los
pre-adolescentes con su entorno y refuerza el sentido de comunidad y
sociedad. Mediante
el juego las personas generan empatía, compasión, confianza, y la
capacidad para relacionarse con sus compañeros y amigos.
2.
Antídoto contra la soledad, el aislamiento, la ansiedad y la depresión
Cuando
los pre-adolescentes juegan con emoción desencadenan la producción de
una mezcla de endorfinas que les levanta el ánimo, los aleja del dolor,
el miedo y
otras posibles frustraciones propias de su edad.
A
pesar de su empeño por buscar aislarse, cuando son motivados a jugar,
ya sea con amigos o extraños, recuerdan que no están solos en este
mundo, ya que se conectan
con otros en formas agradables y significativas que destierran estos
sentimientos negativos comunes en estas etapas de la vida.
3.
Genera relaciones
El
juego es una de las más efectivas herramientas para estrechar y
mantener relaciones a mediano y largo plazo. Jugar con compañía y por
diversión llena de alegría,
vitalidad y genera relaciones de amistad duraderas en el tiempo.
El
juego puede también curar resentimientos, desacuerdos y heridas. A
través del juego regular los pre-adolescentes aprenden a confiar en
otros, a empoderarse y
a fortalecer su seguridad personal frente a la sociedad. La confianza
les permite trabajar en equipo, abrirse y probar cosas nuevas.
4.
Mejora destrezas sociales
Las
habilidades sociales se aprenden en el dar y recibir del juego. La
comunicación verbal y el lenguaje corporal, la seguridad y el peligro,
la libertad y los límites,
la cooperación y la tolerancia son descubiertos y practicados repetidas
veces a lo largo de los juegos en la niñez y la adolescencia.
5.
Cooperación
El
juego es un poderoso catalizador para una socialización positiva. A
través del juego, los pre-adolescentes ponen en práctica valores que se
le han inculcado
a lo largo de su infancia, trabajan juntos, son capaces de llegar a
acuerdos en las reglas y socializar en grupos.
La
evidencia muestra que el juego puede ser un antídoto a la violencia. De
hecho, aquellos que evitan o nunca han aprendido a jugar pueden llegar a
perderse en el
mundo del miedo, la rabia y la preocupación obsesiva.
Cordialmente,
Senior Consultant
Strategic Communications
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