A
veces somos poseídos por una sensación de tristeza que no conseguimos
controlar. No importa el lugar donde estamos, en el trabajo, junto a la
persona que amamos, en una fiesta, pero, sin ninguna explicación, el
mundo pierde su color, y la vida esconde su magia.
En esos momentos nada mejor que mirar para adentro de nosotros
mismos. Allí está un niño con miedo, que no sabe bien que está haciendo
aquí, porque casi no es oído ni consultado. Vamos a ser tolerantes con
este niño. Vamos a dejar que él tome las riendas por cuanto tiempo sea
necesario, hasta que se sienta de nuevo amado.
En breve, nuestros
ojos vuelven a brillar. Y, a partir de allí, si no perdemos más el
contacto con este niño, no perderemos más el sentido de la vida".
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