Prueba
vivir sin juzgar y verás cómo te vas a sentir de bien y a gusto, ya que
nadie te juzgará a ti; esto va a traer paz a tu alma y sosiego a tu
corazón. Te sentirás amado por todo el mundo, ya que tú amarás al mundo.Basta
ya de seguir arrojándole piedras a los demás, cuando todavía no somos
perfectos físicamente. En realidad, cada uno de nosotros debería estar
pendiente de las vigas que están en nuestros ojos, y no de las pajitas
que los demás puedan tener en los suyos.
No nos corresponde
juzgar, mirar, ni calificar lo que hacen los demás; eso es problema del
que lo hace, no nuestro. Generalmente vemos y criticamos las pequeñeces
de los demás para no ver los grandes errores que nosotros cometemos. Si
alguien entra en juicio de humanos por lo que haces y dices, no te
preocupes en defenderte, porque el Cristo actuará por ti y habrá de
hacer lo que sea necesario, en el momento apropiado. Si alguien no te
quiere o no te acepta, no te mortifiques; debes perseverar, que al final
el triunfo será tuyo. “No juzguéis para que no seáis juzgados”. “Con la
medida que midáis, seréis medidos”.
El Maestro Jesús nos enseña,
en forma clara y precisa, a no estar buscando la pajita en el ojo de
nuestro hermano, esto es, pequeñeces en el carácter de los demás, porque
lo más seguro es que tengamos una viga en el nuestro o un error peor al
que criticamos en nuestro prójimo.
Jesús es todavía más
tolerante al aclarar: “Al que oye mis palabras y no las guarda, yo no lo
juzgo”. Si el propio Jesús se exime de juzgar, cómo nos atrevemos a
estar hablando mal de lo que otro hace; lo más seguro es que nosotros lo
estemos haciendo peor. Un Maestro así, como Jesús, que es capaz de no
juzgar, incluso a aquél que no hace lo que Él dice, es como a mí me
gusta; estas cosas de Jesús son la razón por la cual lo quiero y amo con
locura. Ése es un verdadero Maestro. Así es como tenemos que ser: como
Jesús. Si Jesús no juzga al que no cumple con sus palabras, tampoco
condenemos al que no cumple con la nuestra, no acepta nuestras
creencias, ya no está en nuestro grupo o no practica nuestra religión.
Ruben Cedeño.
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